Proyectos mineros en Argentina: ¿puede el agua desalinizada de Chile ser la clave?
¿Elevar agua desalinizada del Pacífico a 4.000 m en los Andes? Chile lo logra con 24 plantas; Argentina evalúa modelo binacional para cobre sostenible.
La gestión de agua es uno de los temas ríspidos de la minería a nivel global y en nuestro país. Con este tema sobre la mesa, San Juan, Catamarca y La Rioja analizan proyectos que podrían abastecerse con agua desalinizada del Pacífico. ¿Es viable elevarla desde Chile a 4.000 mts en los Andes para activar proyectos en Argentina?
Aunque suene futurista, la respuesta es sí. En Chile es una realidad consolidada: 22 minas operan con agua del mar, y el país trasandino se fijó un objetivo ambicioso para 2040: el 95% de su producción minera deberá usar agua desalinizada.
En 2025, el 34% del agua minera proviene de desalinización, con proyección al 69,8% para 2034. Operan 24 plantas con capacidad de 9.482 l/s, y 7 en construcción suman 6.900 l/s. En este punto, vale agregar que empresas líderes marcan el ritmo: BHP Escondida usa 100% agua desalada desde 2020; Codelco activa planta Distrito Norte en 2026 con 840 l/s iniciales.
La reutilización reduce consumo continental en 45% proyectado para 2033 (6.150 l/s vs. 2021), según Cochilco y en zonas áridas, como Atacama, mitiga estrés en acuíferos andinos.
Oportunidad binacional para Argentina
En Argentina, el tema comienza a ganar terreno, sobre todo en provincias cordilleranas con fuerte proyección cuprífera como San Juan, Catamarca y La Rioja, donde el uso de agua continental se volvió un punto sensible (más aún en tiempos de sequía). De hecho, Chile inspira a San Juan, Catamarca y La Rioja.
Proyectos de cobre, como Vicuña, Pachón y Los Azules, evalúan ductos binacionales bajo el Tratado de Integración Minera. De este modo, se podría compartir los costos de infraestructura y reducir los impactos sobre los acuíferos y glaciares cordilleranos, uno de los puntos más sensibles en la agenda minera.
Los proyectos de cobre suman el desafío logístico de llevar agua hasta la alta montaña.
Desafíos en el horizonte
Aunque suene insólito, los especialistas coinciden en que el principal desafío de la desalinización no es técnico, no se trata de cómo construir ductos, sino en acordar normas, monitoreos y beneficios mutuos. La desalinización, plantean, redefine el mapa político del agua en Sudamérica.
En un contexto de escasez hídrica global, el control, transporte y uso del agua se vuelven ejes críticos que exceden al sector. Dicho de otro modo, las decisiones que hoy tomen los gobiernos, empresas y comunidades definirán si el agua del mar será símbolo de cooperación o de conflicto.
Por otro lado, el costo de poner en marca una planta desalinizadora a gran escala -que incluye la planta en sí, ductos y mantenimiento- puede superar los 2.000 millones de dólares, según estimaciones. Además, el consumo energético para bombear el agua desde el mar hasta los 3.000 o 4.000 metros de altura sigue siendo uno de los factores más costosos del proceso. Sin embargo, Chile logró reducir el costo de desalinización a 0,5 dólares por metro cúbico, y se espera que esa cifra continúe bajando a medida que se incorporen nuevas plantas.
La combinación de la desalinización con energías renovables abren una ventana estratégica. Las provincias de San Juan, Catamarca y La Rioja se encuentran en una posición clave, ya que poseen recursos minerales de clase mundial, radiación solar excepcional y corredores logísticos hacia el Pacífico.
En esta nota









