Vaca Muerta y los precios: las tensiones rumbo al Congreso
El techo al barril muestra ser una mala medicina para una motor productivo como el que no hay en el país, pero tampoco es que por ahora destellen fórmulas que permitan saltar la alta vara que impone el dilema.
POR FERNANDO CASTRO - Editor +e
La larga espera por definiciones en Vaca Muerta, se sabe, tiene una variable central. Es la forma que terminará tomando el acuerdo del país con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En la industria petrolera, hay dos subtramas que se escriben de forma paralela a esa señal determinante para el futuro de la economía.
Ambas actuarán como motor o freno de los alicaídos yacimientos sobre la formación shale que podría ser central para el ingreso de divisas en una escala mayor a la del resto de las áreas del país.
Hay un botón de muestra que marca claras diferencias en la balanza de la producción del futuro. Son días en los que acaso haya quedado algo más claro, para los que todavía tienen algún tipo de dudas, ahora que el balance 2019, pese a todo, arroja una foto aún más clara del rendimiento de los no convencionales. Trascendió la última semana: el 70 por ciento de los pozos más productivos del país está en Neuquén. Y es lo que explica por qué las gigantes mundiales siguen poniendo el foco en el shale.
Por su presente, pero sobre todo por un futuro que el propio gobierno nacional sigue prefigurando, de a ratos, un tanto ambiguamente. Si hay un lugar de donde obtener los dólares para salir del atolladero de la actual crisis económica y su impacto en millones de argentinos, es en los pozos que despiertan el asombro, incluso, de quienes los perforan contra viento y marea.
Esos dos hilos conductores pendientes también de la resolución macroeconómica son el precio del petróleo y el gas.
El primer caso es parte de las idas y vueltas del último semestre. Ese lapso en el que el crudo estuvo frenado con el argumento (que ya habría que ir, cuando menos, matizando) de evitar una disparada inflacionaria que de todos modos ocurrió. Al menos fue la lógica que imperó en las góndolas de los hipermercados hasta el ingreso en La Rosada del presidente Alberto Fernández. El efecto de esas políticas se siente: los sets de fractura son una suerte de rara avis en Neuquén; las pymes cobran a 150 días; hay dos mil trabajadores que penden de un hilo.
Esto se replica en otras cuencas productoras, si bien la escala de inversiones en esos casos casi no tiene comparación con lo que venía ocurriendo en la Cuenca Neuquina. El techo al barril muestra ser una mala medicina para una motor productivo como el que no hay en el país, pero tampoco es que por ahora destellen fórmulas que permitan saltar la alta vara que impone el dilema: esa puja entre las condiciones de mercado y sectores de un gobierno que no termina de mostrar sus cartas.
El otro hilo conductor de esta pésima película de terror es el derrumbe del precio del gas. El valor en subastas para gas de generación de los dos últimos meses está por debajo de lo que para varias de las jugadoras son los costos de producción. Está claro que si el país busca en el largo plazo ser competitivo a nivel mundial deberá ir hacia el techo de los dos dólares por millón de BTU. Pero ese precio aplicado hoy al mercado interno es poco menos que un atentado.
¿Quién invertirá en el shale gas de Vaca Muerta a pérdida? YPF vendió su gas en este valor en diciembre pasado. La decisión fue optar por un mal menor: vender al costo que sea, ya que era peor tenerlo dentro de los pozos en un momento en el que para la petrolera cada dólar cuenta como casi nunca en los dos últimos años. No puede financiarse en el exterior y necesita de cada peso para seguir financiando su upstream (después de todo, o antes que nada, es la autora del 70% de las etapas de fractura en Neuquén).
Los tiempos corren: el petróleo pareciera ser el más estricto presente de esa discusión que también viene provocando tensiones entre las petroleras. Fernández les pidió una fórmula para que los surtidores no sean una pesadilla, algo así como una invitación y apertura de juego que es también compartir un problema. Para las productoras significa hablar un idioma que en el caso de las internacionales es difícil de traducir a sus oficinas centrales.
Si el gas es el mediano plazo, tampoco es que lo sea tanto. Lo dicho en este espacio y que sigue siendo parte de lo más preocupante. El dechado de virtudes y oportunidades de los enormes recursos del tight y el shale se chocan con la necesidad de inyectar dólares en los pozos para que el año que viene la curva de declinación no requiera buscar en cargamentos importados lo que sobra dentro del país.
Así se puede comprender que el problema del precio no solo atañe a lo que cuesta el gas en boca de pozo sino al hecho de evitar el giro de los dólares al exterior que por otra parte Argentina hoy no tiene.
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