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El precio de la nafta sube atado al barril criollo que viene

El incremento del 9% promedio en todo el país en dos meses es una señal para refinadoras. Nación trabaja en el nuevo precio sostén.

El OK del gobierno nacional a YPF, principal productora de combustibles del país, para subir un 3,5% el precio de los combustibles tiene varias lecturas. Una de ellas es la señal para las refinadoras no integradas, aquellas no producen el crudo que procesan, que fue uno de los más perjudicados de la industria petrolera durante la aplicación del barril criollo, el precio sostén del crudo en Argentina, desacoplado de la cotización internacional.

“(…) YPF realizará un aumento promedio de los combustibles a nivel país del 3,5 %, con el objetivo de sostener la actividad de producción de la compañía teniendo en consideración las particularidades del contexto macroeconómico del país”, informaron fuentes de la compañía que tiene el 54,3% del mercado el viernes por la noche, minutos antes de su aplicación.

El incremento disparado en los surtidores implicó una variación de 9%, entre agosto y septiembre, luego de nueves meses sin incremento alguno.

La novedad sobre finales de la semana pasada llegó con la aplicación del nuevo impuesto al dólar todavía fresca, que en los hechos implica una suba del 35% para el acceso a la divisa en personas físicas, y para las empresas se expresa en un acceso de solo el 40% de los dólares que necesitarán para pagar deudas, y la necesidad de refinanciar el resto. Es, en parte, el contexto macroeconómico al que alude la compañía al referirse a una clave del aumento.

El incremento le permitirá acortar la brecha entre sus productos en las estaciones de servicio y sus costos en dólares, en particular, los del upstream (exploración y producción) en áreas de todo el país de donde obtiene el crudo que luego procesa en sus tres refinerías. Es, en este punto, una forma de garantizar recursos para poder producir más naftas y otros derivados de petróleo.

Hay otra lectura que se desprende del aumento y se vincula a uno de los culebrones del año del sector petrolero.

Es que el precio sostén, un reclamo de provincias productoras con Neuquén a la cabeza, había sido una medida ampliamente rechazada por las refinadoras de petróleo no integradas. Son aquellas que no producen su propio crudo para fabricar combustibles, y tienen que proveerse de las grandes productoras, algunas de ellas con cadena de refinación propia (se las denomina integradas: producen y refinan).

El barril criollo no es otra cosa que un precio del petróleo decretado por el gobierno nacional. Así atendió el pedido de gobernadores durante buena parte del año, cuando los precios del crudo se derrumbaron en el mundo en una de las peores crisis que se recuerde. Como las provincias petroleras perciben el equivalente al 12% de cada barril producido en concepto de regalías, un precio elevado en el mercado interno les permitía aspirar a contar con más recursos de la producción de crudo, que por la cuarentena estaba en plena caída.

Ahora bien, para las refinadoras no integradas, como Raízen (16,9% del mercado) y Trafigura (6,9%) a la cabeza, era una mala noticia.

En un contexto de precios bajo del Brent en el mundo, debían (deben) pagar un valor más alto en el mercado local, ya que las petroleras están obligadas por decreto a venderlo a 45 dólares, un valor que prevaleció en Argentina desde mayo. (En el resto del mundo, el Brent osciló entre debajo 20 y los 45, si bien en los últimos diez días vuelve a bajar y se mantiene entre los 39 y 43.)

De este modo, las refinadoras no integradas tuvieron que salir a comprar crudo más caro sin poder trasladar ese precio a los surtidores, dado que hasta el mes pasado el valor estuvo congelado. Fueron 9 meses consecutivos sin incrementos.

Con las dos últimas subas, el gobierno deberá seguir de cerca como eso se traslada a toda la cadena de precios en el país, algo en lo que también tendrá más influencia la cotización del dólar tras el nuevo impuesto, que presiona a la cotización oficial.

Pero le da un señal a un sector, como el petrolero, y a las refinadoras en particular, en un momento en el que trabaja en una nueva versión del barril criollo, tal como lo anticipó +e. Tal como lo informó este medio, en la nueva versión ese valor tendría como piso los 45 dólares.

Ese nuevo plan está en manos del secretario de Energía, Darío Martínez, en instancia de revisión por parte del ministro de Economía Martín Guzmán, de cuya órbita ahora depende la cartera energética tras la designación del neuquino.

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