Opinión

YPF como termómetro y motor: del rol estratégico al impulso

En Vaca Muerta, la compañía tuvo un rol preponderante en el inicio y en la actualidad. En el futuro, piensa mudar el 70% de su producción al segmento de los no convencionales.

YPF terminará invirtiendo unos 2000 millones de dólares en Vaca Muerta en el 2019, aunque iban a ser un par de cientos de millones más. La cifra no contempla la construcción de instalaciones para procesar esa variante diversa del crudo neuquino que es el shale oil, y es algo así como el 40 por ciento de las inversiones previstas, según los datos oficiales de todas las operadoras para todo este año, en torno a los 5000 millones de dólares.

Por eso, cuando se habla de la sucesión en la conducción de YPF, ahora que se sabe que Guillermo Nielsen lo reemplazará a Miguel Gutiérrez, también se habla de saber en manos de quién quedará el manejo de ese monto descomunal de dólares que es la caja de la compañía, cuya economía recibió en los últimos seis meses los embates del menor consumo de naftas y del precio restringido de los combustibles por intercesión del Estado nacional, algo que debería ser tomado también como un debate hacia adelante. Uno que busque esclarecer el impacto real del valor de las naftas en el bolsillo de los argentinos, toda vez que están los que sostienen que esta variable es más un argumento utilizado para subir precios de la canasta básica que un efecto verdaderamente determinante en esos valores.

Se sabe: aquello de la generación de expectativas sobre un indicador económico que es un trampolín dentro de una cadena de formación de precios en manos de pocos, como la de los alimentos.

Como sea, para la administración nacional saliente fue un factor crucial para evitar una probable estampida de precios, que de todos modos sucedió, según consta en los datos oficiales de la inflación. Lo cierto es que las medidas nacionales en busca de ese objetivo también frenaron el valor de los combustibles (con una inflación que siguió creciendo), algo que en el actual contexto macroeconómico agregó una tensión adicional sobre la caja de la mayor productora de crudo del país: la empresa provee el 70% de las naftas de Argentina y las vende más barato de lo que lo necesita para no pasar sobresaltos.

A su vez, en buena medida, estas ventas en surtidores a lo largo y a lo ancho del país son la fuente de financiamiento del otro segmento que la constituye en una empresa integrada (produce y refina su crudo): sus perforaciones en todas las cuencas productoras, y en particular en Vaca Muerta, tienen se financian principalmente a partir de lo que recauda por venta de naftas.

Lo del impulso al shale y los fondos que provienen de las naftas para incentivarlo tiene otro indicador para considerar: la actual gestión de YPF anticipó en 2018 que piensa mudar el 70% de su negocio a los no convencionales, si bien amplía la mirada como lo viene haciendo en sus campos maduros, donde espera sacar unos 1000 millones de barriles de crudo adicionales con un plan de recuperación secundaria y terciaria en viejos campos petroleros, tal como lo adelantó +e (es, quizás, uno de los temas que necesitará del impulso de la gestión que finalmente llegue a la conducción con el gobierno de Alberto Fernández).

YPF, en tanto, piensa en cómo capear el temporal. En Vaca Muerta está a la altura de los mejores momentos de su historia. Es precursora del actual ciclo de crecimiento del shale: innovó, demostró que la roca “era verdad”, generó empleo y desarrolló tecnología. Abrió una enorme puerta por la que entró el resto de las petroleras cuando los resultados eran evidentes.

Como actor central del negocio petrolero argentino, también queda abarcada por las generales de la ley: el atolladero de la macro al final de la actual gestión nacional presiona sus finanzas, es decir, presiona el posible ritmo de inversiones en el 2020.

YPF hizo los deberes y ya tramitó permisos para tres desarrollos masivos, algo así como 450 pozos hasta el 2021 en tres áreas. Son Bandurria Sur, La Amarga Chica y La Ribera. Junto con los proyectos de Shell, ExxonMobil y Vista Oil & Gas y PAE, pueden constituirse en la columna vertebral del shale del país en la próxima década. No por nada la actual conducción impulsa un plan para exportar 500.000 barriles adicionales de crudo en cinco años. Lo mencionado en otras oportunidades: los nombres son importantes, pero será crucial mantener la estructura de ingenieros que consiguió algunos de los mejores resultados del mundo en el shale. En buena medida, en eso radica una parte de su rol estratégico. Hoy a la empresa también le toca hacerse fuerte en medio de la ola brava de la falta de fondos para financiarse. Su suerte queda atada a la del crecimiento económico del país, al que Vaca Muerta le muestra claves que también son parte de la solución.

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