Los petroleros y el desafío de aprender a estar en casa
Miles de trabajadores de los yacimientos se sacan el mameluco y se acomodan a estar en familia más tiempo del acostumbrado. Puede ser un período con tensiones pero también uno para fortalecer vínculos.
POR SOFIA SANDOVAL - [email protected]
La propagación del coronavirus transformó por completo el escenario para los trabajadores de la industria petrolera. En muchos casos, el aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el presidente Alberto Fernández significó la interrupción de los diagramas y su reemplazo por jornadas de home office o la suspensión de tareas. Eso trajo como consecuencia una mayor permanencia en el hogar y el desarrollo de nuevas dinámicas familiares. A esto se suma una nueva crisis en el sector, que desata un panorama de incertidumbre a futuro.
Para aquellos operarios que tienen una familia en casa, el contexto los obliga a hacer frente a un panorama difícil y a una nueva dinámica familiar, ya que el tiempo más prolongado en el hogar los lleva a reencontrarse con integrantes del núcleo más cercano. Los trabajadores, que pasan unos 14 días fuera del hogar en contextos normales, no suelen estar acostumbrados a una convivencia en familia tan extendida en el tiempo, y eso incrementa el riesgo de que se produzcan roces en las relaciones cotidianas.
Si bien ha crecido la participación de las mujeres en la industria, se estima que un 90% de los operarios son hombres.
Aunque las realidades familiares son muy diferentes, hay muchos de estos trabajadores que conformaron núcleos organizados en un formato más tradicional: ellos como proveedores que trabajan fuera de casa y sus parejas con jornadas laborales más flexibles o de menos carga horaria para poder hacer frente al cuidado de los hijos.
En ese contexto, las parejas son las que suelen llevar adelante el mantenimiento del hogar y las actividades de los niños, mientras que ellos aportan el grueso de los ingresos. A partir de la suspensión de actividades, muchos de los trabajadores verán sus salarios retaceados en gran medida, lo que implica un nuevo desafío para el sostenimiento de los gastos hogareños.
Para el médico psiquiatra José Lumerman, el nuevo contexto implica un sentimiento de culpa o inutilidad del trabajador del petróleo, que se siente fuertemente identificado con su profesión, los sacrificios que esta conlleva y la posibilidad de brindar un buen pasar a su núcleo familiar. En ese sentido, el mayor tiempo de convivencia con este sentimiento de culpa se podría traducir en la aparición de mayores hostilidades o del consumo problemático de sustancias del que ya se sabe en el sector (ver aparte).
Para otras familias, sin embargo, la orden de no cumplir con el diagrama se presenta como una oportunidad para fortalecer vínculos que no están marcados por el conflicto sino por el sacrificio de estar lejos de los afectos.
Para ellos, la suspensión de actividades implica una especie de vacaciones extra en donde pueden sacar provecho de la cercanía con los niños pequeños, que muchas veces crecen lejos de su mirada (ver aparte).
En todos los casos, las estrategias de los petroleros para relacionarse deben modificarse, ya que pasan de estar en contextos rodeados de otros hombres y en actividades productivas a un escenario donde están rodeados de niños, con vínculos de pareja y en un contexto atípico para su familia.
Ellos, acostumbrados a ir a la escuela, a trabajar o a ver a otros amigos, ahora deben permanecer encerrados en el hogar de manera indefinida.
Aunque esta modificación significa un riesgo, también puede representar una gran oportunidad para estrechar los vínculos familiares y salir fortalecidos del tiempo de aislamiento, con lazos más sólidos y un camino de descubrimiento interior que permita aceptar los desafíos laborales de forma más saludable.
En buena medida, es el actual contexto que atravesarán. Uno en el que su situación queda nuevamente atada a una crisis global. En esta ocasión, más cruda que en otras oportunidades, ya que a la situación mundial previa de baja demanda del petróleo se suma una profundización de ese cuadro con el arribo de la pandemia del coronavirus que afecta a los campos petroleros.
-> La recuperación del espacio familiar y las tensiones del sector
El difícil contexto internacional que atraviesa a la industria, sumado a la incertidumbre que causa la pandemia por el coronavirus, se combinan para generar un escenario más que complejo. Extrañaban el tiempo compartido con sus hijos pequeños y disfrutaban, más allá de la incertidumbre del contexto, de la posibilidad de verlos crecer.
“Hay un montón de avances de la evolución de mi nena que yo me pierdo, así que aprovecho estos días para disfrutarla al máximo”, aclaró un trabajador, en medio de quejas por el hecho de que esta vez tenga que ser con los límites de la cuarentena.
Otros dan cuenta de esas tensiones en el hogar: “En casa no están acostumbrados a verme tanto. Yo siento que tengo que tratar de dejarles ese espacio que ellos tienen cuando yo no estoy. Que sigan esa rutina. Pero uno también hace fuerza para poder ser parte de esas rutinas, aunque a veces se siente un tanto raro”, indicó otro de los consultados, analizando lo que suele encontrar en su hogar cuando llega de un equipo de perforación y en particular ahora.
En buena medida, este tipo de situaciones forma parte del complejo entramado que caracteriza al sistema laboral del sector.
Hoy, es una foto que se adecúa a la realidad de miles de empleados de todas las cuencas productoras del país. Se trata de unos 50.000 trabajadores cuya suerte quedó atada, una vez más, a los vaivenes económicos que suelen caracterizar al sector petrolero.
No es nuevo, pero no está de más decir que esas variables están siempre en danza en las familias petroleras.
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