La posibilidad de liderar la industria de los combustibles del futuro
En el Foro de Hidrógeno AHK – Edición Patagonia se destacó el potencial de la región para liderar la producción de combustibles sintéticos y biocombustibles.
La Patagonia empieza a consolidarse como uno de los polos estratégicos para el desarrollo de los combustibles del futuro. Así quedó demostrado en el Foro de Hidrógeno AHK – Edición Patagonia.
Los especialistas Ismael Retuerto, co-desarrollador del proyecto Eco Refinerías del Sur, y Juan Khouri, CEO & Cofounder de Dosbio, analizaron el enorme potencial de la región en la producción de combustibles sintéticos (SAF) y biocombustibles marítimos a partir de recursos renovables.
La oportunidad del hidrógeno verde
Retuerto explicó que el proyecto Eco Refinerías del Sur apunta a cambiar el paradigma energético tradicional: en lugar de trasladar la energía, se propone instalar la industria directamente en la Patagonia, aprovechando la potencia inigualable del viento regional.
El enfoque principal es producir SAF (Sustainable Aviation Fuel), un combustible sintético derivado del hidrógeno verde y del carbono capturado, ideal para la aviación de media y larga distancia. “En vuelos cortos podrá usarse avión eléctrico, pero para los recorridos internacionales se necesitarán combustibles líquidos que sean compatibles con las turbinas actuales”, remarcó el especialista.
El plan consiste en capturar hidrógeno del agua de mar y carbono de fuentes industriales o de la atmósfera, replicando procesos ya validados a nivel tecnológico. Eco Refinerías del Sur proyecta una producción inicial de 100.000 toneladas de SAF al año, volumen suficiente para abastecer grandes aeropuertos como Ezeiza, Córdoba, Montevideo y Santiago de Chile.
Además, Retuerto destacó que el Gobierno de Chubut trabaja en normativas que permiten el uso sostenible del agua y los espacios industriales, sin afectar las áreas naturales protegidas. A esto se suma el impulso normativo: en mayo, la ANAC y la OACI organizarán el primer taller de uso de SAF en Argentina, un paso clave para consolidar un mercado interno para este tipo de combustibles.
Biocombustibles, la alternativa
Por su parte, Juan Khouri de Dosbio presentó un proyecto complementario basado en la generación de biocombustibles marítimos a partir de biomasa y residuos orgánicos, como alfalfa y desechos de langostino.
Khouri subrayó que los proyectos de biomasa pueden adelantarse a los de hidrógeno verde de gran escala, actualmente frenados por la falta de mandatos internacionales claros. "Hoy, la principal demanda nueva surge del sector marítimo", afirmó, citando la resolución de la Organización Marítima Internacional que permite la mezcla de hasta un 30% de biocombustibles en los buques de transporte.
En concreto, Dosbio propone utilizar 10.000 hectáreas de alfalfa en el valle de Chubut —aprovechando las 8.000 ya sistematizadas— junto a 50.000 toneladas anuales de residuos de langostino para generar aproximadamente 140.000 toneladas de Biogás Natural Licuado (BioGNL). Este volumen superaría la demanda actual de los puertos de Rawson y Puerto Madryn, con la posibilidad de exportar excedentes.
El modelo aprovecha la infraestructura existente de gasoductos y puertos, lo que reduce la necesidad de nuevas inversiones (CAPEX). Además, las plantas de biogás generan biofertilizantes como subproducto, agregando valor a la agroindustria regional.
El marco normativo: una condición indispensable
Tanto Retuerto como Khouri coincidieron en que el éxito de estos proyectos depende en gran medida de la creación de un marco regulatorio claro y estable. El especialista hizo hincapié en que, a diferencia de experiencias pasadas en las que el Estado fue el principal comprador, el objetivo ahora es fomentar un ecosistema que funcione independientemente del off-taker estatal.
La oportunidad para la Patagonia es única: condiciones naturales excepcionales, experiencia en energía y logística, disponibilidad de tierras y residuos, y la cercanía a rutas de exportación internacional. Pero la falta de regulaciones específicas podría demorar el despegue de proyectos que, con un marco como el RIGI adaptado, podrían concretarse en pocos años.
En un contexto mundial donde las energías limpias son cada vez más prioritarias pero donde la incertidumbre frena inversiones a gran escala, la estrategia patagónica busca posicionarse con propuestas concretas, sostenibles y comercialmente viables.
El SAF y los biocombustibles marítimos no solo son tecnologías probadas, sino que responden a demandas inmediatas de sectores críticos como la aviación y el transporte marítimo internacional. Si las políticas acompañan, la Patagonia podría ser, en menos de una década, uno de los principales proveedores de combustibles verdes para Sudamérica.
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