Opinión

La buena onda, al final, viene desde Buenos Aires

Sectores del gobierno neuquino pasaron de sospechar de un avance sobre un contexto en el que la provincia tenía una posición protagónica, a observar un posible contrapeso, un factor de poder que complemente la posición local en la medida de que la extensión de la crisis sigue sin dar lugar a una política energética.

POR FERNANDO CASTRO - Editor +e

Hay toda una historia de Neuquén levantando un cerco, un poco en serio, un poco de verdad, de acuerdo con la coyuntura política y los variados tonos de los líderes del MPN en los últimos 30 años. El partido de gobierno suele replegarse sobre sí mismo en épocas de campaña. Se sabe: ese discurso en el que el centralismo porteño viene por “nuestros” recursos para llevarse una tajada bien grande a través de los candidatos locales de partidos nacionales. El partido neuquino lo suele facturar en votos contantes y sonantes. Aunque le cuesta cada vez más.

Vaca Muerta, el contraste entre lo que era hasta hace solo un puñado de meses y lo que es hoy, parece abrir un paréntesis en esas tensiones históricas.

El gobierno neuquino recorrió y recorre despachos oficiales en Buenos Aires tratando de abrir los ojos acerca de una oportunidad, como la del shale, para obtener los recursos desde donde hacer andar la economía. En medio de ese tránsito, se encontró con una voz de peso, un referente del kirchnerismo nacional, que sabe de las oportunidades que entrañan para el país los no convencionales.

Se trata del gobernador bonaerense, Axel Kicillof. Primero fue Gastón Ghioni, su subsecretario de Energía, quien confirmó a +e que esa provincia quería pasar a integrar la Ofephi, la organización de las provincias productoras que reactivó el gobierno nacional. Era una novedad para la historia de esa entidad. El pretexto de Buenos Aires pasa por el Puerto de Bahía Blanca y la refinación de hidrocarburos.

Esta semana, Kicillof fue del todo explícito. “Nuestras pymes petroleras tienen que ser partícipes de Vaca Muerta. La Provincia le pide al resto del país y a los empresarios que usen productos de Buenos Aires. Vamos a tener los mejores precios y la mejor calidad para la industria petrolera. Buenos Aires es socia del desarrollo de Vaca Muerta”, sostuvo el gobernador, en la apertura de sesiones ordinarias en la provincia que encabeza.

Lo cierto es que tiene motivos para apostar a esa creencia. Buena parte de la industria metalmecánica que se desempeña en el shale está afincada en Buenos Aires. De modo que es casi natural que apueste a Vaca Muerta, que por momentos parece representar todo aquello que otros referentes de este espacio político no ven con tan buenos ojos.

Esta posición de Buenos Aires fue vista en un primer momento desde Neuquén como un intento de avance. Casi como la amenaza en una agenda en la que Neuquén incidió en la determinación de las condiciones de desarrollo del shale argentino (hay razones históricas que tienen que ver con la matriz económica provincial que lo explican, pero también esa historia de despachos recorridos en sucesivos gobiernos sobre todo en lugares como Houston, donde se establecen las condiciones de inversión para el grueso de los capitales petroleros que apuestan por el país).

Sectores del gobierno neuquino pasaron de sosepechar de un avance sobre un contexto en el que la provincia tenía una posición protagónica, a observar un posible contrapeso, un factor de poder que complemente la posición local en la medida de que la extensión de la crisis sigue sin dar lugar a una política energética.

Está claro que nada de esto tendrá asidero si el país no soluciona el frente macroeconómico para poder pensar en un desarrollo energético que, de acuerdo con los principales referentes del peronismo, debe ser más ecuánime en el crecimiento de todas las cuencas productoras y agregar valor en origen.

Por fuera de esta necesidad que reclaman también otros gobernadores y gremialistas de provincias productoras, está también lo que ven las operadoras.

En medio de la crisis, hubo una señal el mes pasado: las compañías siguen optando por el desarrollo del shale, posicionándose estratégicamente en las mejores áreas, en la medida que surgen oportunidades. Equinor y Shell asociándose en Bandurria Sur con YPF e invirtiendo u$s 355 millones se explica en esos términos y en la apuesta futura a las virtudes del recurso shale.

Al mismo tiempo, la escala de Vaca Muerta y un rendimiento de los pozos cada vez mejor, sumados a la infraestructura de transporte ociosa, ofrecen una ruta para protagonizar un despegue rápido como el que necesita hoy el país, aun con la necesidad de desarrollar el resto de las cuencas productoras.

El peor de los mitos pasa por afianzar la dicotomía convencional/no convencional, cuando en rigor una posible veta exportadora podría necesitar también de la producción de otros campos del país para garantizar los excedentes.

Hay también cierta mirada respecto del rol de las empresas foráneas. Las pymes neuquinas se quemaron con leche en varias oportunidades. Y hoy la cadena de pagos, a 150 días, también suma para lo que es un mal chiste.

El potencial de los no convencionales requiere de industrias pesadas como las que no hay en Neuquén. Pero también garantizar condiciones para el desarrollo local para un recurso, como el hidrocarburífero, que es propiedad de Neuquén, tal como lo establece la Constitución y la denominada ley corta, mal que por momentos les haya pesado a varias gestiones nacionales en los últimos diez años.

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