En Argentina, ¿Cuál es el potencial de las mareas para generar electricidad?
Desde 2018, el Instituto Nacional del Agua analizó más de 5000 kilómetros de línea costera para evaluar el desarrollo de la energía hidrocinética.
Estados Unidos, Canadá, Francia y el Reino Unido son los pioneros en desarrollos de energía hidrocinética, proveniente de las corrientes de marea. Por estos días Argentina quiere sumarse a ese grupo selecto y está realizando una investigación con estudios preliminares muy optimistas para las aguas de la Patagonia Sur.
En nuestro país la investigación comenzó allá por 2018 -financiado por la Fundación YPF y el CONICET- cuando un equipo del Instituto Nacional del Agua (INA) analizó las condiciones de la línea costera de 5.117 km desde el Río de la Plata hasta las Islas Malvinas para saber si era factible y en tal caso, dónde sería mayor el potencial de la región.
Así se llegó a dos conclusiones: la costa patagónica -sobre todo, al sur de Península Valdés- contaba con numerosos sitios con una amplitud de marea (la diferencia entre la marea baja y alta) muy grande y había sitios donde la profundidad permitiría sumergir las turbinas (que pueden tener hasta 20 metros de diámetro).
La energía del sur del sur
¿Cuáles fueron los puntos geográficos que presentan una oportunidad de forma más concluyente? En principio se seleccionaron las desembocaduras de los ríos Deseado, Santa Cruz, Coyle, Gallegos y Grande, y se detectaron elevadas velocidades constantes de corrientes de mareas en todos ellos, aunque en valores y distribuciones espacio-temporales diferentes.
Según el grupo de investigación -conformado por Lucas Bindelli, Mariano Re, Leandro Kazimierski, Nicolás Tomazín y Federico Haspert-, los cinco estuarios dieron buenos resultados, pero los que mejores indicios presentaron son los del río Santa Cruz y Río Gallegos más que nada porque, además de muy buenas velocidades de manera permanente, tienen también buenas profundidades. Eso permite que se coloquen equipos de mayor tamaño.
En esta instancia se detectaron velocidades de las corrientes de marea de entre 1,5 y 2,5 m/s en el río Santa Cruz y valores algo menores (aunque alcanzaron los 2 m/s) en el río Gallegos. Si bien todavía se deben hacer más análisis de las mediciones obtenidas, se trata de un buen indicador inicial ya que la velocidad mínima necesaria para este tipo de generación es de 1 m/s y aseguran que no es tan fácil encontrar con estas condiciones que identificaron en la costa sur.
A la hora de evaluar cuánta energía puede producir cada estuario, los investigadores estiman a partir de modelos matemáticos que la producción del estuario del río Santa Cruz sería de 37 GWh/año, equivalente a la demanda anual de 14.000 personas.
¿Cómo funciona?
Ya sabemos que las desembocaduras de los ríos en el Mar Argentino tienen condiciones morfológicas ideales para la generación de electricidad a partir de la energía hidrocinética, ya sabemos que hay puntos estratégicos con la profundidad necesaria y ya sabemos también cuál sería el aprovechamiento aproximado.
La pregunta, en este punto, es: ¿cómo funciona? Es un proceso de generación similar a la de los molinos eólicos pero, en vez de usar el viento, la turbina va sumergida para aprovechar el movimiento del agua.
El siguiente paso
Para quienes se pregunten cómo sigue este desarrollo, deben saber que todo lleva mucho tiempo. Por ahora, se está recolectando información más detallada de los dos estuarios con mejores condiciones. Se midieron los niveles del agua y la onda de marea (con sensores de nivel fijos); se analizó la batimetría, es decir la forma del fondo del estuario (mediante una ecosonda); y las velocidades de las corrientes (a través de un Acoustic Doppler Current Profiler).
Esta información precisa recolectada en terreno alimenta las modelaciones numéricas que se venían perfeccionando y que se convertirán en modelos 3D de alto detalle para poder evaluar la interacción entre una posible turbina y el entorno hidrodinámico del estuario. Dicho de otro modo, el modelo 3D permite saber cómo se verá afectado el equipo por las corrientes de agua, qué perturbaciones puede generar en el entorno y qué eficiencia podría tener para la generación eléctrica en esas condiciones, entre otros aspectos.
Mientras se avanza en el estudio de las mareas (con y sin turbina en el entorno) desde el laboratorio, lo cierto es que la prueba de fuego será sumergir una turbina y ver qué pasa. Para eso todavía falta un tiempo, ya se verá si está asomando otra renovable en la matriz energética del país.
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