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La ecuación del gas para 2022

La presión en los precios internacionales del GNL ya anticipan un costo incremental para cubrir el pico del próximo invierno. La vuelta del buque regasificador, el swap con Chile, la incógnita de Bolivia y el incentivo del Plan Gas en el delicado equilibrio.

A un año del lanzamiento del Plan Gas.Ar, el Gobierno nacional estima que la implementación del programa permitirá en 2022 un ahorro de 3.100 millones de dólares en sustitución de importaciones, pero los precios internacionales que merodean niveles históricos en el hemisferio norte, anticipan un escenario al menos complejo para el próximo invierno. Las obras del nuevo gasoducto troncal que permita evacuar la producción incremental futura del no convencional neuquino no solucionarán en el corto plazo las limitaciones de transporte y obligarán a mantener las importaciones de GNL, el regreso del segundo barco regasificador de Bahía Blanca y la compra de combustibles líquidos.

Los valores del gas natural en Europa vienen de alcanzar niveles históricos antes de lo que se espera sea un invierno duro debido a la escasez de suministros y altos costos de energía. Los precios asiáticos del GNL subieron a medida que la demanda aumentó en China por las bajas temperaturas y el precio promedio para la entrega en diciembre al noreste de Asia aumentó a US$ 31,5 por millón de BTU. Mientras el rigor del clima por debajo de lo normal podrían agotar los inventarios rápidamente y devolver a los compradores a la búsqueda de GNL al contado, de acuerdo al reporte del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (CEEPYS).

En un escenario similar, los precios del gas Henry Hub merodeaban las últimas semanas en torno a los US$ 5,50 por millón de BTU, representando un incremento de poco más de US$ 3 con respecto a un año atrás. Esto viene generando una tensión creciente entre los exportadores y los compradores que han disfrutado de gas barato durante más de una década, e incluso algunas empresas industriales y químicas han construido negocios enteros en torno a los bajos precios del gas en Estados Unidos.

En la Argentina, para el reciente invierno, Ieasa llegó a pagar en la última licitación del año hasta US$ 14,052 por Mmbtu para entrega en el regasificador de la terminal de Escobar, casi 10 dólares más de lo que había conseguido un año atrás en un mercado global debilitado en su demanda por la pandemia. Pero a medida que la reactivación se hace sentir en todas las latitudes el incremento de los requerimientos energéticos le sumaron presión a los precios, y ya encienden señales de alerta en el Gobierno que apuesta a fortalecer la oferta local hasta donde lo permitan los gasoductos.

El último informe de coyuntura de la Consultora Ecolatina, analiza de qué manera puede impactar este escenario en la Argentina que ya a septiembre arrojaba una balanza comercial energética negativa en US$ 1.514 millones para los primeros nueve meses del año, con el gas licuado y el gasoil como principales importaciones con mayores volúmenes y precios que en 2020. Mientras tanto, esa tendencia en aumento podría profundizarse en 2022 y significar un déficit en la balanza energética por US$ 2.654 millones, en particular por el efecto del GNL.

Gabriela Aguilar, Country Manager para Argentina de Excelerate Energy, señaló que la previsión del mercado hace dos años con precios del GNL a 6 o 7 dólares promedio se ha distorsionado tanto por la irrupción de la pandemia como por los crudos inviernos que incrementaron la demanda en distintas regiones del sudeste asiático y del hemisferio norte. Pero a pesar de ello, valoró que la Argentina viene desarrollando una política de compra spot “muy exitosa con precios alcanzados muy interesados” y aún “en este contexto de volatilidad se espera que los precios actuales bajen por la simple contraestacionalidad”.

“Creemos que no van a ser los precios que estamos viendo ahora” planteó Aguilar aunque llamó la atención con la situación que se está registrando con la provisión de gas desde Bolivia, que en la actualidad debería estar inyectando 27 MMm3/dia por el contrato binacional original, pero que en el último invierno se redujo a un techo de 14 MMm3 y en últimas semanas se redujo hasta la mitad.

No obstante, más allá de la situación que aqueja desde el norte del país, en medios oficiales ya se reconoce que los precios del GNL para reemplazar ese faltante en 2022 podrían hasta duplicar los conseguidos en la última temporada. De acuerdo al informe de Ecolatina las importaciones de GNL que superaron los US$1060 millones este invierno, pasaran a US$2.160 millones en 2022, en tanto que las compras de gasoil y fuel oil alcanzarían los US$1.730 millones

Con ese panorama, a la luz del Plan Gas.Ar se destaca que la producción en el país creció más de un 18% desde el lanzamiento en noviembre del año pasado, lo que se reflejó en un incremento de la producción en Vaca Muerta en un 45% alcanzando los 68,5 millones m3 diarios, la mitad del total del país. En divisas se tradujo para este año -de acuerdo a la Secretaría de Energía- en un ahorro por US$ 1.250 millones y se proyecta que para 2022 se ahorrarán otros US$ 3.100 millones en importaciones.

Un swap y la vuelta del regasificador

Además, de ya estar decidido en la Secretaría de Energía el lanzamiento en breve de la licitación para la contratación desde mayo de un segundo buque regasificador para la terminal de Bahía Blanca, el Gobierno nacional analiza un swap de gas con Chile como otro de los recursos para atemperar el pico de demanda del próximo invierno, y en consecuencia del costo fiscal de importación.

La operatoria consistiría en incrementar los volúmenes que el país puede enviar en los próximos meses de verano en momento en que Chile tiene que proveerse de GNL a valores actuales que superan los US$30. Así, en el invierno del sur debería devolver a la Argentina los mismos volúmenes pero a precios ya de contratestación con un importante ahorro para el vecino mercado.

Un capítulo aparte tendrá que afrontar el país en su relación con Bolivia, que volvería a reducir sus envíos de gas natural a la Argentina por las dificultades que esta afrontando en sus yacimientos. Un problema de corto plazo que podría ser una oportunidad a aprovechar en el futuro mediano.

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