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Vaca Muerta, ante la hora de la infraestructura

Las obras de transporte siguen siendo el talón de Aquiles de la producción de hidrocarburos y el autoabastecimiento.

Una industria en transformación es la del petróleo y el gas en la Argentina. El desafío tecnológico que implicó Vaca Muerta está dando señales concretas gracias a los exitosos números de producción. Algo más de un tercio del petróleo y el gas del país sale de esa roca de esquisto que acapara las miradas de los inversores, obliga a los políticos a comprender tecnicismos y motoriza a miles de trabajadores tanto en Neuquén como en el resto de las provincias.

Sin embargo, las buenas noticias que surgen de Vaca Muerta tienen un enorme obstáculo que es la infraestructura. La imposibilidad de transportar el gas que guarda la formación geológica pone en una encrucijada al gobierno nacional, dado que mientras suben los precios de la energía, habrá que importar más caro para evitar un severo déficit del gas para generación eléctrica el próximo invierno.

El gasoducto entre Tratayén y Salliqueló, una obra clave para Vaca Muerta, empezó a dar sus primeros pasos administrativos a través de un fideicomiso a cargo de Integración Energética Argentina (Ieasa, la ex Enarsa). Pero el estallido del conflicto bélico en Ucrania ante la invasión de Rusia complica las alicaídas cuentas públicas, en medio de nada menos que una negociación por la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Alberto Fernández en Vaca Muerta _ Loma Campana.jpg

El Plan Gas.Ar fue la primera propuesta del Gobierno para atender el abastecimiento con un esquema de precios estímulo a largo plazo y en dólares, que los productores de las cuencas Neuquina, del Golfo San Jorge y Austral supieron aprovechar. Y muy particularmente, aquellos productores con yacimientos con objetivo en Vaca Muerta.

La capacidad de autoabastecimiento, e incluso abrir la oportunidad de las exportaciones a escala regional de gas, solo puede convertirse en realidad con el gasoducto para Vaca Muerta.

El petróleo está en una situación de ventaja, por ahora. Desde Puerto Rosales están saliendo buques con destino a Brasil y Estados Unidos, principalmente, con crudo neuquino. Las exportaciones de petróleo tipo Medanito, en concreto un blend del convencional con el shale oil, tuvieron un puntapié a mediados del 2020, en plena crisis por la pandemia. Empresas que hasta ahora no se habían animado a tantear el mercado exterior empezaron a ofrecer sus metros cúbicos.

El gobierno de Neuquén está atento al tope de los oleoductos existentes y por eso gestiona la ampliación de Oldelval y la rehabilitación de Otasa para llevar crudo a Chile. Hacia el Atlántico o hacia el Pacífico, el objetivo es tener una producción sostenida que garantice el suministro doméstico y, adicionalmente, aporte divisas a la macroeconomía.

Mientras tanto, un grupo de empresas propuso un swap de gas de Vaca Muerta por cargamentos de GNL con el gobierno de Chile. Todas las ideas son bienvenidas en esta carrera contrarreloj hacia el próximo invierno.

Si bien el plan del gobierno nacional era fomentar la producción a través de una ley de promoción de inversiones, lo cierto es que esa iniciativa no tiene el aval de las provincias para continuar al debate parlamentario y poco resolvería el problema de fondo que son las grandes obras. Es así que la hora de la infraestructura necesitará de decisiones políticas, que brinden señales claras a la industria en su conjunto.

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