De Noruega a Vaca Muerta: la electrificación como clave para la reducción de emisiones
La electrificación de yacimientos petroleros es clave para operaciones menos contaminantes. Noruega lleva la delantera en el mundo, mientras el shale neuquino avanza con iniciativas similares.
La electrificación de las instalaciones de producción de petróleo y gas emerge como una de las soluciones más prometedoras para reducir las emisiones de la industria hidrocarburífera. Mientras Noruega se consolida como líder en este cambio, con plataformas electrificadas que han logrado una reducción de emisiones del 86%, Vaca Muerta comienza a dar pasos firmes para seguir esta senda menos contaminante.
Ambas regiones comparten el objetivo de descarbonizar sus operaciones, pero con diferentes realidades logísticas y tecnológicas. La electrificación de los yacimientos podría ser el motor que impulse no solo la transición energética en la industria, sino también una mayor competitividad en mercados globales cada vez más exigentes.
Un estudio reciente de Rystad Energy indica que la electrificación de las instalaciones de producción de petróleo y gas, que implica la conversión de plataformas y otras instalaciones para funcionar con electricidad generada a partir de fuentes renovables o gas natural, podría reducir hasta un 80% de las emisiones.
Noruega: un modelo exitoso
Noruega se posiciona como un ejemplo destacado en este esfuerzo. El país logró electrificar sus plataformas en el mar del Norte y reducir las emisiones de dióxido de carbono de 8,4 kilogramos por barril de petróleo equivalente (boe) a tan solo 1,2 kg de CO2 por boe, lo que representa una disminución del 86%.
Este éxito se debe a su acceso privilegiado a fuentes de energía renovables, especialmente la energía hidroeléctrica, que ha facilitado la transición hacia una producción de petróleo más limpia. Noruega tiene como objetivo reducir las emisiones de su plataforma continental en un 70% para 2040, un plan ambicioso que otros países productores de petróleo podrían emular, aunque con desafíos logísticos y de infraestructura.
En términos globales, la electrificación de las principales cuencas energéticas, denominadas "cuencas energéticas premium" (PEB) por Rystad Energy, podría contribuir significativamente a la reducción de emisiones. Si se electrifican las 30 cuencas que representan más del 80% de la producción mundial de petróleo y gas, se evitarían alrededor de 5,5 gigatoneladas de CO2 hacia 2050. Esto equivale a prevenir un incremento de 0,025°C en el calentamiento global, un paso importante para alcanzar los objetivos climáticos internacionales.
A pesar de las barreras logísticas en algunos países, como la falta de infraestructura de redes eléctricas o la lejanía de los yacimientos, la electrificación parcial de las instalaciones ya puede generar beneficios significativos. En las cuencas más productivas, como Rub al Khali en Oriente Medio y Arabia Central, la electrificación podría ahorrar hasta 1.300 millones de toneladas de CO2 entre 2025 y 2030. En este contexto, la electrificación de los activos y la eliminación de la quema de gas natural, una práctica que aún emite grandes cantidades de metano y CO2, se presenta como una estrategia clave para reducir las emisiones.
¿Cómo avanza la electrificación en Vaca Muerta?
Vaca Muerta representa un campo de pruebas interesante para la electrificación en la industria del petróleo no convencional. La región ha comenzado a dar pasos importantes en este sentido. Uno de los principales desafíos para las empresas es el acceso a los mercados internacionales, que ya están legislando sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los productos que importan. La Unión Europea, Estados Unidos, Japón y Canadá ya exigen sistemas de medición y monitoreo de emisiones para los productos petroleros que se exportan, lo que convierte la descarbonización de las operaciones en una prioridad estratégica para las empresas.
El caso de Vista, uno de los principales operadores de Vaca Muerta, es ejemplar. La empresa ya ha electrificado su primer equipo de perforación utilizando energías renovables, y el acuerdo de Shell con Genneia para abastecer con energía limpia sus operaciones en la cuenca de Vaca Muerta marca otro hito. Este tipo de alianzas no solo tiene un impacto positivo en la reducción de la huella de carbono, sino que también mejora la competitividad de las empresas en un mercado cada vez más exigente.
Shell Argentina reemplazó totalmente la generación de energía con equipos que queman combustibles líquidos al conectarse a la red provincial eléctrica de Neuquén.
Mientras que la francesa TotalEnergies, electrificó el yacimiento Aguada Pichana Este, uno de los principales bloques gasíferos del país, a través de la construcción de una línea de alta tensión (132KV) de 43 kilómetros, que proveerá suministro eléctrico renovable a la planta. El objetivo fue reemplazar los termo-compresores por compresores eléctricos para reducir emisiones GEI en 28 ktCO2eq/año.
La electrificación ofrece, además, importantes ventajas en términos económicos. La reducción de costos operativos, la mejora en la previsibilidad del suministro de energía y el fortalecimiento de la reputación corporativa son solo algunas de las mejoras que las empresas pueden experimentar al apostar por energías limpias. Las empresas que adopten estos enfoques serán más competitivas en el acceso a mercados internacionales y en las tasas de financiamiento, ya que las calificadoras de riesgo están comenzando a integrar la sostenibilidad ambiental como un factor clave en sus evaluaciones.
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