¿Y si llega a u$s 100? El petróleo no encuentra su techo
Analistas proyectan para 2022 una demanda sostenida del crudo y un precio internacional a US$ 100, a pesar de las intenciones de acelerar el cambio hacia las renovables.
El mundo acaba de alcanzar el nivel de demanda de petróleo que conocía previo a la llegada de la pandemia, en torno a 100 millones de barriles diarios, un nivel visto por última vez en 2014, y todo indica que seguirá en aumento por distintas razones. En ese proceso de recuperación, el precio del crudo en lo que va del año ganó más de 60% para acomodarse en la actualidad por sobre los US$ 80 el barril. Pero distintos informes especializados advierten un escenario futuro para el crudo por encima de los US$100 para 2022, pese a que el mundo intenta desacoplar su incremento de demanda energética de los hidrocarburos.
Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión más grandes del mundo, acaba de estimar que los precios del crudo Brent podrán alcanzar los 110 dólares por barril para el próximo año, un salto del 30% desde los niveles actuales. Sus analistas de energía dicen que se espera que el desajuste global entre la oferta y la demanda sea la explicación del aumento.
En su último informe Bank of America fue un poco más allá y consideró que “ahora existe la posibilidad de un alza de varios años en los precios del petróleo” al pronosticar un crudo en torno a los US$90 antes de fin de año y en los 100 en el pico del invierno del hemisferio norte. Más voces dicen que los precios podrían subir. Larry Fink, director de la administradora de activos BlackRock, dijo esta semana que existe una alta probabilidad de que el petróleo alcance los 100 dólares, una opinión similar a la que dio la consultora Rystad Energy casi en simultáneo.
Más allá de las estimaciones, Daniel Dreizzen, director en Energía de Ecolatina, pone en el centro del análisis la crisis energética global que llevó de precios negativos del crudo promediando el primer semestre de 2020, a los actuales niveles que no se registraban desde la revolución del shale en los Estados Unidos.
“No se trata sólo de esta suba impresionante del crudo, sino que el carbón multiplica más de dos veces su precio, el GNL en Japón más de 3 veces, y la energía eléctrica por diez en Gran Bretaña”, señaló al indagar en las razones de estos desequilibrios.
Geopolítica y pandemia
Para eso, Dreizzen diferencia las cuestiones coyunturales de corto plazo como la falta de lluvias en muchas regiones del planeta que afectaron la generación hidroeléctrica -con China y Brasil como casos emblemáticos y distantes-, las especulaciones geopolíticas en torno al gas en Europa, los ajustes de producción de los países de la OPEP+ en un proceso de pos pandemia, la previsión de un aumento en el consumo de crudo durante un invierno frío y una mayor demanda de la economía de los países desarrollados que recuperan también niveles pre covid.
Pero el aspectos más difíciles de abordar, señala el analista, es el estructural que refleja “un crecimiento de la demanda de energía exponencial desde hace varios años, y que en los últimos 10 tuvo un crecimiento poblacional del 1% anual mientras que la demanda de energía lo hacia al 1,6% por año”, producto del impulso de los países que buscan un mayor desarrollo económico como China, India, Rusia o Brasil.
Pero con una mirada desde le oferta, Dreizzen señaló una caída de la inversión en energéticos del 18% -apoyada por muchos fondos que dejan financiar proyectos de hidrocarburos- frente a una demanda que por la pandemia se retrajo 5%, generando un desfasaje que se hizo evidente cuando el mundo empezó a recobrar su movilidad habitual.
“Si se deja de invertir lo más probable es que surja una crisis energética, y es lo que estamos viendo”, añadió Dreizzen al agregar que el sistema no está preparado para una transición que deje atrás velozmente una matriz que depende en el 85% de los hidrocarburos y el carbón, hacia el universo de las renovables.
Es que mientras aumentan demanda y precios, una corriente inversa avanza en el mundo para reducir la presencia del petróleo en procura de contener los efectos del cambio climático, una difícil ecuación a resolver para países productores que se enfrentan a una dolorosa transición, y para las matrices productivas que deben encarar el cambio de fuentes energéticas a costos millonarios.
> El impacto en la Argentina
Analizar el impacto que la volatilidad de los precios internacionales de los hidrocarburos puede tener en la Argentina, requieren entender cómo está compuesta la balanza comercial energética, explica el consultor Daniel Dreizzen.
En lo que va del año el país registra un intercambio sectorial negativo en US$ 1500 millones, que trasladando el actual escenario de precios global permite proyectar para 2022 un rojo de US$ 2.500 millones a mismo nivel de importaciones.
El factor desequilibrante para el país sigue siendo, como hace más de una década, la dependencia de las importaciones de GNL por las cuales, la Argentina pagó este invierno un promedio de US$8 dólares el MMBTU.
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