peso

El peso de los combustibles líquidos también se dispara

Con demanda y precios en alza, los combustibles líquidos para la generación eléctrica asoman como otro gran problema en la ecuación energética de este invierno.

Los precios del Gas Natural Licuado no son la única preocupación del Gobierno nacional cuando hace la ecuación para la provisión energética del pico invernal. Los combustibles líquidos que se utilizan de manera creciente para la generación eléctrica también cotizan en dólares y si sus precios ya se encontraban en los últimos meses con tendencia al alza para este 2022, la incipiente guerra en Ucrania amenaza con conmover al mercado con valores del crudo que rápidamente merodearon la barrera de los US$ 100 por barril ante las primeras confrontaciones.

Durante 2021 la mayor demanda energética producto de un incremento sensible de la actividad económica respecto de 2020, el menor aporte hídrico de las principales represa generadoras, la disminución del gas proveniente de Bolivia y la insuficiencia del Plan Gas para cubrir la totalidad de la demanda de gas para generación tuvieron como consecuencia la utilización de combustibles alternativos para garantizar el abastecimiento.

Se debió recurrir al gasoil, carbón mineral y fuel oil. El consumo del primero aumentó un 137,5% respecto al año 2020, pero no sólo se produjo un incremento de volúmenes sino que -como en el caso del precio del resto de los combustibles-, el precio del gasoil importado paso de 389 US$/m3 en los primeros meses del año a 600 US$/m3 hacia finales de 2021, de acuerdo a datos de la Secretaría de Energía.

El combustible tiene un peso preponderante en los costos de generación totales y, al ser un componente dolarizado, cualquier variación del tipo de cambio -no sólo de la cotización del precio internacional- presiona los costos expresados en moneda local. Durante 2021, a causa de la situación hídrica adversa de los ríos Paraná, Uruguay y los de la cuenca del Comahue, la generación hidroeléctrica fue un 17,1% inferior que la del año 2020. En un contexto de demanda creciente, se "perdieron" casi de 5.000 GWh de generación hidroeléctrica de un año a otro. Por ejemplo, la energía generada por Yacyretá durante el año 2021 fue un 41,8% menor que la del año 2018.

Otras cifras también completan el escenario: la demanda 2021 creció un 5,2% respecto al 2020, impulsada por la actividad industrial que aumentó por encima del 15% en términos interanuales, y contribuyó a que durante el año se batieron los récord de potencia. Como resultado, para abastecer la mayor demanda, la generación subió un 5,7%, pasando de 134.177 GWh en el año 2020 a 141.793 GWh en el año 2021.

Ante esta merma significativa del aporte hidroeléctrico, se debió recurrir a mayor generación térmica para garantizar el abastecimiento de la demanda, sin incurrir en restricciones o cortes por insuficiencia de la oferta, lo que la llevo a crecer más de 13% interanual y alcanzar un pico de participación del 63,5% sobre la matriz nacional.

De esta forma, en 2021 el crecimiento de la demanda y el déficit de generación hidráulica pudo ser cubierto por un mix de energía térmica (+7.737 GWh) y en menor medida, por energía renovable (+4.698 Gwh) y, consecuentemente, por la mayor dependencia de generación térmica para cubrir el faltante, el rubro combustibles líquidos representó el 47% de los costos totales. Ante este rol, las centrales térmicas ante la menor disponibilidad de gas natural utilizan combustibles para su funcionamiento. Por ello, durante 2021 aumentaron los volúmenes requeridos. En términos cuantitativos, se registró un aumento del consumo de combustibles respecto al año 2020 de 0,8% en el caso del gas natural que alcanzó los 17.000 millones de metros cúbicos, 137,5% en gasoil hasta los 1,9 millones de m3 y 29,4% en fuel oil a 900.000 toneladas.

Para 2022, la perspectiva del Gobierno nacional es que la demanda siga creciendo, lo cual presenta un desafío a la generación en el contexto actual no muy distinto a la del año pasado. En ese sentido, no se prevé una reversión importante de la situación hídrica, por lo cual seguirá habiendo una participación notable de la generación térmica y en consecuencia del uso de combustibles.

Previo a que se desatara la crisis ruso-ucraniana de alcances todavía desconocidos, el contexto internacional indicaba que el precio de los combustibles en el mercado global seguirá aumentando en 2022, con el consecuente compromiso en la balanza energética. Distintas estimaciones privadas proyectaban inicialmente un incremento del gas de Bolivia hasta ubicarse entre los US$7,5 y los US$ 8, un aumento de los gastos por Gas Natural Licuado (GNL) hasta los US$ 27 (el triple de lo que se pagó el año pasado) y de los combustibles líquidos por encima de los US$ 650, a partir de los US$389 con que comenzó 2021.

Al ritmo de los subsidios

Los subsidios energéticos continúan creciendo en los primeros dos meses de 2022. De acuerdo al reciente reporte del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, los subsidios suman US$ 11.630 millones acumulados en los últimos doce meses y crecen a una tasa anual del 73,8%.

En ese complejo esquema, CAMMESA marca la dinámica con subsidios por US$ 670 millones mensuales en promedio, y la tendencia es a profundizarse en los próximos meses a partir de los requerimientos energéticos en alza y el sendero de precios muy por sobre lo registrado en 2021.

El economista, Julián Rojo, destacó que el problema en la actual coyuntura internacional y luego de tres años de atraso tarifario “la bola de subsidios puede alcanzar el 3,5% del PBI, mucho más de las metas en discusión con el FMI y que a la vez explicaría gran parte del déficit fiscal”.

En esta nota

Dejá tu comentario

Las más leídas