Un poco de perspectiva: logros antes de la debacle
Antes del actual ciclo de crisis, Vaca Muerta ofrecía una serie de logros con impacto directo en la economía. Hay que construir soluciones para los ciclos de caída.
Está claro: la industria petrolera atraviesa una crisis sin par en la historia. Desde marzo, el mundo asiste a una suerte de crónica de la debacle. Esta vez, con los trazos de un par de hechos novedosos por terribles. Se recordará: el crudo llegó a valores negativos; había (hay) tanto petróleo en el mundo que no alcanzaban los tanques para acopiarlo. La caída de la economía mundial sumaba dos factores que profundizaban la crisis del sector: la disputa por cuotas del mercado y la pandemia del coronavirus, que se llevó puesto todo a su paso.
Y el capítulo local: el cóctel macroeconómico con desplome del consumo interno del combustibles y del gas.
¿Más pálidas para el relato? No sería difícil dar más detalles para esta suerte de ruta de la caída libre. Pasó en casi nada. Seis meses, acaso algo más, fueron suficientes para acrecentar problemas que ya el país tenía en el sector energético.
En este tipo de circunstancias, en ocasiones todo va a parar a la misma bolsa. Una en la que prevalecen la desazón y se olvidan algunos logros.
El debate hoy en marcha por el nuevo Plan Gas 4 pone un poco de perspectiva. Se sabe: el país necesita producir más gas, y por eso Nación tantea con las operadoras cuál sería el precio sería rentable para que aceleren en áreas productoras (ver páginas 8-9).
Hoy negocian sobre la base de 3,50 dólares por cada millón de BTU. Es decir, tres dólares menos que lo que paga actualmente el subsidio de la resolución 46 vigente para algunos proyectos hasta el 2021. Eso, que pone la lupa sobre lo que el Estado estaba dispuesto a pagarles a las productoras, también muestra más de cerca la mejora en la competitividad de algunas empresas.
Así como para algunas es rentable un crudo a 40 dólares en determinadas áreas, puede que un valor del gas 3 dólares por debajo del que se ofrecía hace tres años también lo sea. Si no, no lo estarían negociando.
Todo lo anterior, para no dejar de lado el camino de mejoras en la competitividad y el impacto en los costos que tuvo el desarrollo de Vaca Muerta sobre todo en los últimos tres años previos al actual ciclo de crisis.
En ese interín, Neuquén logró una producción de crudo que no se daba en los últimos 14 años y una de gas que no se registraba hacía una década. Hubo una curva de rentabilidad que tendió a mejorar mes tras mes, incluso ante la falta de proyectos estructurales que facilitaran eso, como el Tren de Vaca Muerta. En buena medida, parte de la “zanahoria” para todo eso era el horizonte cercano de las exportaciones, condicionado por estos meses por el estado del mercado mundial.
Vaca Muerta perfora siete de cada diez mejores pozos petroleros del país y fue vital para balancear las compras de petróleo y gas al exterior, un factor central para evitar la salida de divisas, tal como lo sabe el gobierno nacional que sueña con esquivar erogaciones millonarias en gas en el 2021.
Es raro escuchar, por lo demás, al CEO de una empresa hablar mal de los rendimientos de los pozos shale, un bastión energético que aún en plena crisis registró transacciones de áreas, como el ingreso en marzo de Shell y Equinor en Bandurria Sur, donde se asociaron con YPF.
Es decir, hay una serie de logros de los últimos diez años que no hubieran sido posibles sin la política y sin las petroleras. Está claro: todo podría ser mucho mejor. Las crisis cíclicas, que ya debieran ser parte de las variables cotidianas, son un factor más que impulsa esa frase repetida hasta al hartazgo pero que nunca está de más: la necesidad de una visión de largo plazo y de los planes que ataquen esos períodos en los que todo se pone más oscuro de la cuenta.
En esta nota