La geopolítica del gas de Rusia con Nord Stream 2
Más allá de que la obra está concluida, todavía quedan discrepancias entre los gobiernos de Rusia, Alemania, EE.UU y Ucrania.
Alexéi Miller, director general de Gazprom, declaró en la mañana del viernes 10 de septiembre: “a las 8H45, hora de Moscú (05H45 GMT), la construcción del gasoducto Nord Stream 2 se había completado totalmente”. Es un ducto de 1.224 kilómetros de longitud, edificado bajo el objetivo de triplicar la exportación de gas desde la ciudad rusa Narva Bay hasta la alemana Lubmin near Greifswaldm y sumaría otros destinos europeos. El proyecto cuenta con un presupuesto de u$s 11.000 millones y está supervisado por Nord Stream 2 AG, la empresa perteneciente a la estatal Gazprom, creada para la planificación, edificación y posterior operación de la obra.
La mitad del financiamiento está a cargo de compañías privadas como ENGIE, OMV, Shell, Uniper y Wintershall Dea, mientras que el resto de la inversión es solventada por la firma gasífera de bandera rusa.
Moscú y Berlín impulsan este megaproyecto cuyos planes para su edificación fueron impulsados en 2015, aunque desde su creación, debió enfrentar diversos obstáculos políticos, medioambientales y económicos protagonizados por Rusia, Alemania, Estados Unidos y Ucrania.
En un principio, el gobierno de Estados Unidos advirtió que el Nord Stream 2 podría incrementar la dependencia energética de Rusia, tras argumentar que el proyecto podría ser utilizado como “arma de influencia” en regiones cercanas de Europa.
En este marco, la principal preocupación del país se centraba en que el gasoducto generaría un problema económico en las tarifas de tránsito de Ucrania, ya que al pasar por el Mar Báltico, Rusia tendría la capacidad de exportar gas directamente a Alemania, dejando aislados a otras naciones aliados en el Este del continente.
Estados Unidos teme que Rusia deje de usar el gasoducto que pasa por Kiev, el cual reporta 7000 millones de euros anuales a la capital, una de las socias claves de Washington, y reduzca la participación en el mercado europeo para el gas natural licuado (GNL) estadounidense.
Por esta razón, en diciembre de 2019, el ex presidente Donald Trump determinó establecer una serie de sanciones contra cualquier empresa que formase parte de la edificación de la instalación submarina que lleva adelante Gazprom. Para la Casa Blanca, el proyecto era considerado como “un riesgo para la seguridad de Europa”. Sin embargo, las sanciones anunciadas por Estados Unidos causaron molestias en la Unión Europea.
En julio de este año, la canciller alemana Angela Merkel alcanzó un acuerdo junto al actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para poner fin a la disputa, reconstruir sus lazos y finalizar el gasoducto Nord Stream 2. Mediante el trato, Washington permitirá la continuidad en la construcción de la obra y, a cambio, Berlín brindará garantías para proteger el suministro energético de Ucrania.
En un comunicado conjunto, Estados Unidos y Alemania se comprometieron a “asegurar que Rusia no usará de forma inadecuada ningún gasoducto, incluido Nord Stream 2, para lograr fines políticos agresivos mediante el uso de la energía como un arma”. En caso contrario, el gobierno alemán implementaría medidas contra Moscú, lo que podría afectar la capacidad de exportación de la nación hacia la UE en materia de energía. En este punto, la megaobra de ingeniería ya estaba completa en un 98%.
Pese a esto, el acuerdo recibió resistencia por parte del ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, quien sostuvo que aún quedan “muchas preguntas” y solicitó respuestas “más contundentes” frente a los problemas de seguridad que genera el gasoducto. Por su lado, el gobierno de Rusia aseguró que se trata de un proyecto “puramente comercial” destinado a fortalecer la seguridad energética de Alemania y los países europeos.
La puesta en marcha del Nord Stream 2 está prevista para fines de este año, después de confirmarse su construcción, y será uno de los gasoductos marinos más largos del mundo que atravesará el Mar Báltico y pasará por zonas económicas de Rusia, Alemania, Finlandia, Suecia y Dinamarca.
> Alemania: Vigilarán que no haya usos políticos con el gas
Durante una visita a Kiev, la capital de Ucrania, Angela Merkel prometió que estaría alerta para evitar que el gasoducto Nord Stream 2 sea usado por Vladimir Putin para ejercer presión política sobre el gobierno ucraniano.
“Estamos de acuerdo con los estadounidenses en que el gas no debe ser utilizado como arma geopolítica y al final lo veremos en función de la renovación (por Rusia) del contrato de tránsito vía Ucrania” del gas, dijo la canciller alemana para despejar dudas sobre los temores ucranianos.
> Rusia: Gasoducto terminado, pero con nuevos obstáculos
Rusia anunció la concreción del Nord Stream 2, con el que pretende duplicar los envíos de gas a Alemania. Sin embargo, tendrá que lidiar con las nuevas reglas dde la UE sobre transporte de gas.Gazprom presentó recursos.
Para los detractores de la obra, tanto en Europa como en Estados Unidos, este ducto incrementará la dependencia energética europea de Rusia, considerado un rival estratégico por muchos países occidentales, y constituye una traición para los intereses de Ucrania, un aliado occidental frente a Moscú.
> Estados Unidos: Reconstruir los lazos con Alemania y Ucrania
Joe Biden retiró la mayoría de las sanciones a Nord Stream requeridas por el Congreso al considerar que la obra está en su tramo final y que lo mejor en este momento es reconstruir las relaciones con Alemania.
EE.UU. siempre lamentó que el gasoducto pase por el Mar Báltico y deje afuera a otros países, en especial Ucrania. Para hacer frente a los temores en el viejo continente, Alemania y EE.UU. apoyaron una prórroga de 10 años del acuerdo de tránsito de gas entre Rusia y Ucrania, que expira en 2024.
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