El legado del papa Francisco, un ferviente defensor de las energías renovables
Tras el fallecimiento del papa Francisco, su compromiso con la protección del planeta y la promoción de las energías renovables permanece como un pilar de su legado.
Hoy falleció el papa Francisco, dejando un legado marcado por su firme defensa de las energías renovables frente a los combustibles fósiles y la "energía sucia" que daña el planeta. Su llamado a acelerar la transición energética resonó como un pilar de su mensaje.
“La transición hacia las energías limpias es un deber hacia millones de hermanos y hermanas en el mundo, especialmente en los países más pobres, y hacia las generaciones futuras”, afirmó en 2018. En múltiples ocasiones, instó a actuar con rapidez y equidad para adoptar fuentes renovables, subrayando la responsabilidad moral de proteger el planeta. También abogó por una cooperación internacional que garantice una transición justa.
El Papa abogó por una transición más rápida hacia las energías limpias afirmando que “necesitamos conversar todos juntos —industria, inversionistas, investigadores y consumidores— sobre la transición y la búsqueda de alternativas limpias. La civilización requiere energía, ¡pero el uso de la energía no debe destruir la civilización!”.
Su postura sobre temas energéticos siempre fue clara y contundente. Denunciaba la abundancia de “energía sucia” y el uso excesivo de recursos fósiles no renovables, a menudo obtenidos mediante “injusticias, guerras alimentadas por la codicia energética”. Además, criticaba las “relaciones laborales desiguales”, las “enormes ganancias concentradas en pocas manos” y los “ritmos de trabajo insostenibles que contaminan las relaciones humanas y el espíritu”.
En 2015, a través de su encíclica “Laudato Si” ("Alabado Seas"), el Papa hizo un llamamiento a los líderes del sector energético para que busquen el bien de "nuestra casa común". El documento se publicó pocos meses antes de la conferencia de París sobre el cambio climático (COP21) en la cual se adoptó el Acuerdo de París y se considerada como una contribución clave al éxito del acuerdo, ya que urgió a millones de católicos de todo el mundo a actuar contra el cambio climático.
Justicia energética
Para Francisco, “la buena energía no es solo una cuestión tecnológica: la producción y el consumo deben ser más justos e inclusivos”. Consideraba que “la inclusión energética y la democracia energética son desafíos multidimensionales”. “No se puede ser ciudadano soberano si se sigue siendo súbdito energético”, afirmaba.
El líder católico decía que los efectos del cambio climático no están distribuidos uniformemente y que son los más pobres quienes sufren sus mayores consecuencias, como las perturbaciones en la agricultura, la inseguridad hídrica y los fenómenos meteorológicos extremos.
“De ahí la necesidad de diseñar una estrategia global a largo plazo que proporcione seguridad energética y de establecer compromisos concretos contra el cambio climático, que además fomenten la estabilidad económica, la salud pública, la protección del medio ambiente y el desarrollo humano integral”, agregaba.
En esta nota