Energía nuclear

A 13 años de Fukushima, ¿"renace" la energía nuclear?

Los países planean están a favor de reforzar la energía nuclear para recortar las emisiones de CO2 y se comprometieron a triplicar la capacidad para 2050.

“Es la fuente de energía más limpia”, dicen los conocedores sin pestañear. Y en días de transición energética y cuando los objetivos de cambio climático apuran las agendas de casi todos los países, por estos días (a 13 años del colapso de Fukushima) somos testigos de factores que explican el “renacer” de la energía nuclear en el mundo.

De hecho, en la COP28, la cumbre del clima de la ONU celebrada el año pasado, 20 países se mostraron a favor de reforzar la energía nuclear para recortar las emisiones de CO2 y se comprometieron a triplicar la capacidad mundial para 2050.

En este marco, países como China, Japón, India, Suecia, Reino Unido, Francia, Rusia y Estados Unidos están construyendo o tienen planes avanzados para levantar nuevas centrales nucleares. La lista es larga, incluye viejos conocidos pero también pequeños países que aspiran a tener energía barata.

En América Latina, hasta 15 países que nunca tuvieron nucleares están ahora interesados en desarrollar esta tecnología en la próxima década. En el continente, 9 países integran desde febrero la Red Regional de Reactores de Investigación e Instituciones relacionadas en América Latina y el Caribe: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Jamaica, México y Perú.

Y es que, sobre todo, el desarrollo y despliegue de pequeños reactores modulares ha llamado la atención de países en América Latina. Pero si hablamos de grandes reactores, Brasil cuenta con 2, los mismos que México mientras que Argentina suma 3 en total.

Todos estos proyectos en marcha no son el único indicador de un nuevo impulso nuclear, también hay más programas de capacitación y una creciente bolsa de empleo en el sector que no se ha visto en más de una década, dicen expertos.

Este giro global puede leerse como una suerte de reconocimiento a esta tecnología como parte de la solución a la crisis climática, y también como un cambio de postura sobre la energía nuclear, fuertemente cuestionada desde el accidente de Fukushima en 2011. De hecho, que Japón tenga intenciones de reactivar los reactores de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor planta nuclear del mundo en producción de electricidad, dice mucho de lo que está sucediendo en el sector.

Multiplicar la energía nuclear por tres

Antes comentamos como al pasar que en la COP28 algunos países se habían comprometido a triplicar la capacidad mundial para 2050. ¿Cuáles son? Estados Unidos, Bulgaria, Canadá, República Checa, Finlandia, Francia, Ghana, Hungría, Japón, Corea del Sur, Países Bajos, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Ucrania, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido firmaron un acuerdo para triplicar su capacidad nuclear.

“La energía nuclear, históricamente, ha producido más energía baja en carbono que cualquier otra fuente, incluida la energía eólica o la solar. Ahora muchas naciones lo ven como una forma de cerrar la brecha de carbono”, dijo Simon Middleburgh, co-director del Nuclear Futures Institute de la Universidad de Bangor, en Gales, en declaraciones a la BBC.

¿Microreactores en puerta?

Detrás de esta “oleada nuclear” no está solo el cambio climático o la transición energética. Hay, al menos, otros tres factores han influido en este nuevo “renacer” de la energía atómica.

Para empezar, se basa en una tecnología asequible. “Hemos llegado al punto en el que pueden fabricarse en masa”, dijo Middleburgh.

La llegada de los reactores modulares avanzados (SMR) aceleró el proceso porque equipos más pequeños convertirán la energía nuclear en una tecnología accesible y de bajo costo en comparación con las instalaciones y sus procesos. Además, pueden colocarse en lugares donde no podrían ubicarse centrales nucleares más grandes, incluidos lugares remotos.

Este plus de la energía nuclear claramente no es una novedad para Argentina. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina está construyendo un prototipo de SMR en la localidad bonaerense de Lima.

“Algunos diseños de SMR también pueden servir a nichos de mercado, por ejemplo implementando microrreactores para sustituir generadores diésel en islas pequeñas o regiones remotas”, afirman desde el organismo internacional de la Energía Atómica.

Y agregan que “esta clase de reactores tiene una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o de polos industriales con alto consumo de energía (incluyendo la capacidad de alimentar plantas de desalinización de agua de mar)”. Una vez puesto en marcha, será capaz de generar 32 megavatios eléctricos. El 70% de sus componentes fue fabricado en el país.

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Cuestiones geopolíticas

El segundo factor que explica este renacer es la guerra de Ucrania. Cuando Vladimir Putin comenzó la invasión hizo que la comunidad internacional se diera cuenta cuán dependiente era del gas y petróleo ruso.

El conflicto tocó de lleno unos de los temas más sensibles en la prosperidad de un país: el suministro de energía, la producción eléctrica y la factura de la luz. El objetivo ahora es lograr la seguridad del suministro de energía sin depender de factores externos.

En respuesta al complejo tema de la invasión y sus consecuencias, muchos de los países europeos analizan cómo extender la vida de las centrales nucleares en uso.

Para el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, el argentino Rafael Grossi, los países “han descubierto o redescubierto o revalorizado la enorme autonomía que da la energía nuclear. Una planta nuclear no depende de nadie, la prendes y la apagas cuando quieres y la tienes por cien años. Da una enorme capacidad de maniobra”.

Así es cómo la guerra en Ucrania ayudó a que los países descubrieran cuán complejo era la dependencia de la energía rusa y, además, se dieron cuenta que el problema de las energías renovables sigue siendo que no siempre hay sol o viento, por lo que su producción es intermitente y difícil de predecir.

Efecto Fukushima

El 11 de marzo del año 2011 es uno de los días más recordados en la historia de Japón a causa de las 18.500 muertes que provocó un tsunami de magnitud 9,1 y, posteriormente, un terremoto. Pero esta catástrofe natural también involucró un desastre nuclear que generó la explosión de los reactores de la planta de Fukushima, ubicada en kuma, situación que con los años fue comparada con Chernobyl.

A partir de esa tragedia, según los expertos, los avances en seguridad han sido notorios. Ahora las centrales están diseñadas para apagarse si algo sale mal. Estas medidas de seguridad se basan en elementos como la gravedad y se denominan medidas de seguridad pasivas.

Una de cal, y una de arena

Así como hay indicadores de una revalorización global de esta fuente de energía, también hay tareas pendientes. La gestión de los residuos sigue siendo un tema polémico dentro de este campo.

Actualmente, con los reactores de agua a presión, con estos SMR y estos sistemas futuros, los residuos se pueden almacenar provisionalmente en un lugar seco y a largo plazo, se entierran en un depósito geológico. Los expertos sugieren mirar con atención las experiencias de lugares como Suecia y Finlandia, que están un paso adelantados.

La cuestión de qué hacer con esos residuos es algo con lo que muchos gobiernos han estado lidiando durante años. Los combustibles usados son intensamente radiactivos, y esa radiactividad tarda mucho tiempo en desintegrarse. De hecho, después de unos 1.000 años, se calcula que queda alrededor del 10% de la radiactividad original, y eso se descompondrá lentamente durante unos 100.000 años más o menos.

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