La industria ante la necesidad de planificar el futuro
Especialistas coincidieron que es necesario pensar en un plan a mediano y largo plazo para no seguir cubriendo urgencias.
“La cuenca neuquina estaría en un estado calamitoso en cuanto a producción si no fuera por el aporte del shale, que es creciente y significativo. Todavía no nos hemos creído como país que el salto que podemos dar requiere que ya mismo tendríamos que estar construyendo un nuevo oleoducto, una nueva terminal de carga y una estación de monoboyas para que puedan cargar buques de escala internacional”, dijo Miguel Nicolini, consultor independiente en Downstream y Midstream para empresas como British Petroleum, en el marco del webinar “La industria de la energía ante los desafíos globales de las próximas décadas”, organizado por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral (UA).
A pocos días de la inauguración oficial del ducto que transportará gas desde Tratayén a Salliqueló, Nicolini puso el foco en el déficit de infraestructura del país. “Tenemos un largo camino por delante y tenemos que apurarnos. Si bien el crudo no va a desaparecer y no podemos ser tan optimistas como para pensar que la demanda va a caer a nivel cero, pero sí el consumo de crudo va a ir bajando”.
Nicolinino fue el único en hacer foco en la necesidad de ponerse en marcha. Roberto Carnicer, Director del Departamento de Energía y Geociencia de la UA, dijo: “Si tengo electricidad barata a través de gas, puedo generar hidrógeno a través de electrólisis. La realidad es que tenemos recursos naturales para hacer que Argentina crezca, nos tenemos que adelantar a lo que nos viene”.
“El hecho que la preocupación de los países ahora sea mitigar o mejorar la respuesta a nuevos shocks inesperados disminuye el ritmo de la globalización. Los países van a estar interesados en generar fuentes propias o muy confiables de energía y eso va a hacer que ralenticen su vinculación con el mundo. Esto es así excepto en los casos en que esa interacción sea confiable. Esta es una alternativa para el país que desarrolla su actividad pacíficamente en el mundo como Argentina”, aseguró Nicolini.
Banderas de alerta
En este mar de posibilidades, Lucas Pussetto, docente de la Maestría en Gestión en Gas y Petróleo de la UA, se focalizó en el mediano y largo plazo, planteó interrogantes que trascienden la coyuntura y dejó algunas respuestas.
“¿Cuáles son los grandes desafíos? Creo que es bueno verlo en términos de oportunidades para la industria. Las dos preguntas clave para las próximas décadas son: ¿qué va a pasar en término de crecimiento económico?, y, ¿qué va a pasar en relación a la distribución de ingresos y desigualdad?”, dijo.
En este punto, se detuvo y explicó que el crecimiento económico de un país está definido por la capacidad de ahorro que tienen sus habitantes. Es el ahorro lo que se vuelca a la inversión y genera más acumulación de capital.
“Cuando uno se pregunta qué hay detrás del crecimiento, uno de los indicadores clave es la capacidad de ahorro de las economías. A más ahorro, más acumulación de capital. En este punto hay una señal de alerta”, aseguró.
En cuanto a la desigualdad en la distribución del ingreso, alertó que fue aumentando en los últimos años y esto pone en guardia a los países centrales. “¿Qué pasará con la desigualdad en materia de distribución del ingreso? Detrás de los datos, hay gobiernos que están pensando políticas en materia regulatoria, impositivas, etc.”.
Un grado menos
Ante las preguntas ¿qué puede esperarse en materia de cambio climático en general y específicamente en términos del calentamiento global? o ¿existe futuro para el petróleo a la luz del cambio climático?, los expertos consideraron que las tendencias muestran que a medida que el desarrollo crece, la contaminación va decreciendo, lo que es una buena señal para frenar el calentamiento global.
Sin embargo, en materia de energía, a partir de la demostración científica del acuerdo de París se puede decir que las presentes fuentes de energía para satisfacer la demanda mundial son incompatibles con la salud del planeta.
“En los fundamentals del sector aparecieron dos nuevas variables que son determinantes. por un lado, el cambio tecnológico y por otro, el cambio climático”, aseguró Eduardo Ganso, consultor con amplia experiencia en funciones ejecutivas relacionadas con el negocio de refinación y comercialización de combustibles en América Latina.
Si analizamos la actual conducta de los países, todos los continentes dependen alrededor de un 80% de combustibles fósiles. El reemplazo de esos combustibles requiere de una enorme decisión de capital y facilidades financieras que permitan económicamente llevar adelante estos cambios. Lo más importante para poder alcanzar una transición energética hacia una matriz más limpia es resolver las necesidades de financiamiento. En la actualidad, el 70% de las inversiones en energía aún están concentradas en combustibles fósiles.
“Las claves para limitar el aumento de la temperatura a 1.5 grados sobre el nivel preindustrial son la electrificación limpia masiva -duplicar el desarrollo solar y eólico, mejorar el desarrollo nuclear y dar un salto gigantesco en la infraestructura-, hacer foco en la eficiencia energética y duplicarla en relación a la tasa histórica; disminuir las emisiones de metano asociado a los fósiles; un proceso de innovación gigantesco y resolver necesidades de financiamiento”, resumió Ganso.
Una buena noticia
Para terminar, los especialistas hablaron de la aparición de factores nuevos que son clave, como el avance tecnológico aplicado a la industria y cómo este influye en la industria petrolera: los avances en la extracción y explotación de petróleo lo ha convertido en términos de la decisión relevante de los actores económicos en un bien abundante.
“Podemos mirar hacia atrás y anticipar algunas tendencias. Por ejemplo, siempre hemos tenido alertas sobre el freno del crecimiento, pero va a seguir. Sobre todo de la mano de la tecnología y la productividad. Y eso es una muy buena noticia”, concluyó Pussetto.
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