El petróleo se mueve entre señales opuestas: baja demanda, oferta creciente y tensiones geopolíticas
El mercado del crudo navega entre inventarios bajos y temores de sobreoferta, en medio de tensiones geopolíticas y recortes en la proyección de demanda.
En un contexto de tensiones comerciales globales, decisiones políticas clave y señales dispares del mercado físico y de futuros, el mercado del petróleo atraviesa un momento de incertidumbre creciente. Mientras los inventarios globales se mantienen por debajo del promedio de los últimos cinco años, la OPEP+ avanza con aumentos programados de producción, incluso cuando las proyecciones de demanda para 2025 y 2026 han sido recortadas por el impacto de los aranceles impuestos por Estados Unidos.
Según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), los inventarios globales observados de crudo se ubican cerca del piso del rango 2020-2024, reflejando un mercado físicamente ajustado.
La situación se produce en vísperas del pico de demanda estacional por la temporada de manejo en el hemisferio norte, en un escenario de precios en backwardation —cuando el precio spot supera al de los contratos futuros—, lo que refuerza la percepción de escasez en el corto plazo.
La OPEP+ y sus planes
Sin embargo, esa escasez no ha sido suficiente para sostener un sentimiento alcista sostenido en el mercado. La creciente incertidumbre macroeconómica, sumada a las fricciones comerciales derivadas de los nuevos aranceles anunciados por el gobierno de Donald Trump, ha llevado a la OPEP y otros organismos a recortar sus previsiones de crecimiento de la demanda.
De acuerdo con el último reporte del cartel, la demanda prevista para 2025 ha sido ajustada a la baja de forma progresiva desde junio de 2024, y lo mismo ocurrió con el pronóstico para 2026, que también muestra una inflexión descendente desde el segundo trimestre de este año.
El escenario se complica aún más al observar las discrepancias entre las proyecciones de la OPEP y la IEA para los próximos trimestres. Mientras la OPEP prevé un crecimiento sostenido de la demanda a lo largo de 2025, la IEA anticipa un pico en el tercer trimestre seguido de una leve retracción hacia fin de año, reflejando dudas sobre la solidez del consumo global frente a los nuevos obstáculos comerciales.
A pesar de este contexto, los países del Golfo integrantes de la OPEP mantienen un nivel elevado de capacidad ociosa. Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait acumulan en conjunto más de 5 millones de barriles diarios (b/d) de capacidad de producción sin utilizar, lo cual constituye un colchón ante posibles disrupciones pero también un factor que podría alimentar una sobreoferta si la demanda no reacciona al ritmo esperado.
La presión sobre países con bajo nivel de cumplimiento, como Irak y Kazajistán, también se intensifica dentro de la OPEP+, que buscará mantener una estrategia disciplinada.
El mercado del petróleo
La evolución del spread entre el crudo WTI Midland y el Dubai DES en Asia da otra señal relevante: tras alcanzar un pico superior a los 6 dólares por barril a inicios de 2025, el diferencial se redujo a niveles cercanos a los 3 dólares en abril.
Esta caída sugiere un enfriamiento del apetito asiático por barriles estadounidenses y evidencia una desconexión entre el mercado físico y los futuros, lo que podría reflejar debilidad estructural en la demanda regional o una mayor competencia por cuota de mercado.
El panorama se torna aún más incierto ante la inminente visita del presidente Trump a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, prevista para el 13 al 16 de mayo. En agenda figuran temas con fuerte impacto en el mercado petrolero: la guerra en Ucrania, las sanciones a Irán, los aranceles, las acciones de la OPEP+ y los ataques de los hutíes en Yemen. Si bien Washington, Riad y Abu Dhabi comparten intereses estratégicos, también compiten por el dominio en el mercado global de hidrocarburos.
Un futuro complicado
El mercado del crudo parece atrapado entre la escasez del presente y el temor al exceso de oferta en el corto plazo. Con el verano boreal a la vuelta de la esquina, la decisión que adopte la OPEP+ para julio será determinante.
En un entorno donde los inventarios son bajos pero la capacidad ociosa es alta, y la demanda está en revisión a la baja, cada movimiento de oferta o cada gesto político podría inclinar la balanza. Por ahora, la pregunta sigue abierta: ¿estamos ante un reequilibrio sostenido o al borde de un nuevo superávit petrolero?
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