El frente gremial, abierto
Las negociaciones por los 600 telegramas seguirán la semana que viene, ya con las nuevas autoridades del Ministerio de Trabajo.
La alerta por la crisis de los telegramas fue el punto más alto del conflicto en Vaca Muerta. Luego del impacto del DNU 566, que redujo significativamente la actividad de perforación y fracturas, y el traslado de los costos a las pymes con la pesificación de los contratos, los despidos eran una posibilidad concreta. Los gremios lo sabían y así definieron con sus delegados que podrían tomarse medidas de fuerza si los despidos eran masivos.
Mientras se espera que las nuevas autoridades se asienten en sus funciones asignadas por el presidente Alberto Fernández, el secretario general de los petroleros privados, Guillermo Pereyra, planteó prorrogar la convocatoria del 12 de diciembre. Claudio Moroni asumió en el Ministerio de Trabajo de la Nación y estará a cargo de gestionar el conflicto en Vaca Muerta, en una asamblea que será a mediados de la semana que viene.
La crisis fue creciendo como una bola de nieve. En septiembre, el gremio de base ya hablaba de 1200 suspendidos que después aumentó a 1800. Por aquellos días, las pymes soportaban el impacto de la pesificación y denunciaban que se extendían los plazos de pago por parte de las operadoras.
La reincorporación de estos trabajadores, que incluía a los stand by, fue planteada por los gremios durante la mesa de revisión salarial, para ajustar el poder adquisitivo de los trabajadores por la inflación, que finalmente terminó con un acuerdo en noviembre del 4% adicional retroactivo a octubre.
Las empresas de servicios San Antonio Internacional y Schlumberger enviaron el 27 de noviembre un paquete de 600 telegramas de despidos en medio de la parálisis de las operaciones en el sector de hidrocarburos no convencionales. Según informó oportunamente +e, era personal en stand by, es decir que no tenían funciones asignadas y formaban parte del esquema de rotaciones instrumentado por las compañías.
Un antecedente inmediato de estos despidos fueron los telegramas de H&P, que luego entró en conciliación.
La imagen más fuerte del conflicto fue en la entrada de Schlumberger, donde los responsables de la base en Neuquén cerraron la puerta durante el almuerzo para impedir que reingresaran aquellos trabajadores a los que les había llegado, o les llegaría en las siguientes horas, el telegrama de despido. Mientras ocurría esto, en Buenos Aires había negociaciones para restablecer las conversaciones entre sindicatos y empresas, resuelto finalmente con el dictado de una conciliación obligatoria.
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