YPF

El barril criollo y la necesidad de tener un plan para el futuro

Los cambios en YPF pueden dar una idea del futuro en la empresa. La urgencia opaca una política para el sector.

Una de las grandes incógnitas comienza resolverse. El tan mencionado rol estratégico de YPF tiene jugadores para poder llevarlo adelante. Es un primer punto leído en clave tranquilizadora dentro de la industria.

Los avatares de la política y las disputas de cargos entre todos los sectores del peronismo que conforman la coalición en el poder planteaban algunos interrogantes acerca del futuro de la empresa, allí al promediar el 2019.

Está claro que los nombres, por sí solos, no son una explicación del futuro. La política tendrá cosas para decir, o no, en los próximos meses.

El corto plazo de la empresa es el de la urgencia de un mercado interno por el suelo al que se le suman fuertes compromisos de deuda en los próximos años y el finaciamiento restringido.

Esto a la hora de hablar de YPF, que, como se sabe, podría ser más que una empresa, una política energética en sí misma. Por el control del Estado y por la magnitud de su participación en en toda la cadena de valor hidrocarburífera. El barril criollo, ese precio del crudo argentino a 45 dólares, es una variable de presión, pero la empresa usufructuó algunos meses donde pudo hacer alguna diferencia en los surtidores (luego de perder durante meses). Con todo, en sus cuentas cada ingreso cuenta mucho en este contexto de crisis.

En paralelo, la cotización del Brent a 30 dólares que rige hoy puso en problemas a algunas pequeñas productoras y hace la espera de los gobiernos provinciales más larga.

Pese a la reunión del miércoles pasado entre el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas y las productoras y refinadoras, lo cierto es que el decreto que fijaría ese valor sigue sin aparecer, pese a que se daba por hecho.

Si bien reportaría unos 4000 millones de pesos adicionales en regalías para Neuquén hasta diciembre, por solo mencionar una de las provincias que se beneficiarían en medio de la catástrofe económica, no habría que esperar que esto sea un estímulo en la industria.

El barril auxiliará a las provincias, pero el principal problema hoy es la demanda de combustibles derrumbada.

Los datos de abril muestran un leve repunte, luego de una caída inédita del 80 por ciento en el inicio de la pandemia, pero queda por ver qué parte de ese contexto se volverá una foto permanente. Dicho de otro modo: ¿cuál será el grado de flexibilización de la cuarentena al que asistiremos en los meses que vienen, acaso de los más crudos en el país si se atiende a los números de contagios de las últimas horas?

Como lo ven en la industria, y ya hablando de los efectos en el upstream, el precio puede ser un estímulo siempre para el día después del coronavirus. Un momento al que aspirar y que sería bueno ir pensando cómo será.

Hoy, la urgencia marca la agenda en cuanto ámbito del Estado se toque. Ahora bien, las novedades en YPF, que materializan decisiones políticas y pueden dar una idea de una línea de gestión, todavía a comprobar en los hechos, no deberían opacar la necesidad de construir una política clara para el sector energético en su conjunto, si es que será una prioridad a la hora de ir a buscar los dólares que permitirán salir de una crisis cuyos límites todavía son difíciles de esbozar.

El hombre de todos los frentes abiertos, Kulfas, está en la cúspide de la estructura que maneja al sector energético. Ahora bien: ¿la urgencia impide esbozar cómo se sale de ella? Acaso sí, pero no es del todo recomendable a la hora de ganar tiempo.

Con matices, van diez meses sin grandes cambios y con cuadros que se agravan. Es verdad, en la crisis, llegó otra crisis. Pero: ¿Hay un plan o todo será ir detrás de los problemas?

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