Vaca Muerta: el objetivo de estandarizar ramas laterales XXL
Reducir la cantidad de cañerías, incrementar la longitud de las ramas horizontales y mejorar la logística serán claves para lo que viene en el shale.
Vaca Muerta es una marca registrada. El shale argentino es el epicentro de la innovación y los desafíos técnicos para la industria. Las compañías buscan maximizar la eficiencia de la mano de la reducción de los costos en un entorno geológicamente complejo.
Los pozos no convencionales son todo un reto, pero las buenas noticias son una sana costumbre en la roca madre. En noviembre, YPF logró desarrollar el pozo LLL-1861(h) en Loma Campana con una rama lateral de 4948 metros y una longitud total de 8264 metros. El proyecto no solo se completó en un tiempo récord (27 días), sino también tiene la rama lateral más larga del proyecto no convencional en Vaca Muerta.
Este logro superó los estándares actuales de la industria y planteó un desafío para otras empresas que buscan optimizar sus operaciones en la formación no convencional.
Los desafíos geológicos
La perforación en Vaca Muerta no es tarea sencilla. La formación presenta capas geológicas con características únicas que requieren un manejo técnico preciso. Durante la perforación, se atraviesan formaciones como Rayoso, Mulichinco, Quintuco y finalmente Vaca Muerta. Cada una de estas capas tiene propiedades diferentes que exigen ajustes en la densidad del fluido de perforación y en la estructura de las cañerías.
Uno de los principales desafíos es la formación Quintuco, que se encuentra justo antes de Vaca Muerta. Quintuco tiene una parte superior débil y altamente fracturada, con un gradiente de poro de 12.5 libras por galón (PPG). Esto significa que, si la densidad del fluido de perforación es demasiado baja, el pozo puede colapsar.
Por el contrario, si la densidad es demasiado alta, se corre el riesgo de perder fluido en Mulichinco, lo que podría descontrolar el pozo. Este estrecho margen de operación requiere un equilibrio técnico delicado y una planificación rigurosa.
Reducción de cañerías
Tal como explicó Roberto Bermúdez Sánchez, ingeniero de Pan American Energy (PAE), en el webinar “Desafíos de la perforación de Vaca Muerta”, organizada por el Colegio de Ingeniería del Perú, la perforación de la roca madre requiere cuatro cañerías.
La primera llega hasta la formación Rayoso, la segunda cubre hasta el tope de Quintuco, la tercera se extiende a lo largo de Quintuco, y la cuarta abarca la rama horizontal en Vaca Muerta, donde se realiza el aterrizaje en zonas denominadas "orgánico" o "cocina".
Sin embargo, las compañías trabajan en un ambicioso proyecto para reducir este número a tres cañerías, lo que podría significar un ahorro de aproximadamente un millón de dólares por pozo.
El objetivo es eliminar la cañería intermedia que cubre Quintuco, aprovechando que la parte inferior de esta formación es más compacta y similar a Vaca Muerta. Esto permitiría perforar directamente desde Rayoso hasta la mitad de Quintuco, y luego continuar hacia Vaca Muerta.
Este cambio requiere un manejo preciso de la densidad del fluido de perforación para evitar colapsos o pérdidas de fluido, especialmente en la zona superior de Quintuco, que es altamente inestable.
Ramas horizontales y PADs
Además de la reducción de cañerías, otro desafío importante en Vaca Muerta es la extensión de las ramas horizontales. YPF ya ha demostrado que es posible alcanzar ramas de casi 5 mil metros, y las compañías busca seguir ese ejemplo, extendiendo sus ramas horizontales a más de 3.500 metros. Esto no solo aumenta la productividad de cada pozo, sino que también mejora la eficiencia operativa.
Otro aspecto clave es la optimización de las locaciones de perforación, conocidas como PADs. Actualmente, el máximo número de pozos por PAD es de cuatro, pero Pan American Energy está explorando la posibilidad de aumentar este número a seis u ocho.
Sin embargo, esto implica superar limitaciones logísticas, como la capacidad de movimiento de los equipos, que actualmente pueden desplazarse hasta 40 metros con sistemas de cable.
Para lograrlo, se está evaluando reducir las distancias entre pozos de 12 a 6 o 7 metros, lo que permitiría un mayor control direccional al inicio de la perforación. Aunque esto podría incrementar los costos iniciales, el objetivo es encontrar un equilibrio que no afecte significativamente el presupuesto total.
El shale viene dando muestra de su potencial. El 2024 cerró con 405 pozos conectados y se espera que ese número aumente para el 2025. Las compañías mantuvieron un promedio de 34 pozos conectados por mes, una cifra superior al promedio de 2023 que se ubicó en 20 pozos mensuales.
Los próximos meses estarán marcados por la misión de achicar los costos en los yacimientos: el reducir los números de las cañerías y optimizar la logística en los PADs serán claves en esta misión.
Además, las ramas horizontales y la perforación de múltiples pozos desde una misma locación permitirán una explotación más intensiva de los proyectos, reduciendo la necesidad de nuevas infraestructuras y disminuyendo la huella de carbono de las operaciones.
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