Nielsen, entre cortocircuitos y el blindaje a Vaca Muerta
El presidente de YPF no pudo aplicar la suba de los combustibles y quedó expuesto por el pedido del presidente. Paga el costo de no abrir más el juego hacia el ala económica del Gabinete.
Fernando Castro - [email protected]
El presidente de YPF, Guillermo Nielsen, pasó un domingo complicado y tuvo un traspié en la conducción de la compañía que es una referencia para el sector petrolero.
A principios de la semana pasada visitó Vaca Muerta y dejó una señal clara, luego confirmada por el presidente Alberto Fernández: la necesidad de trabajar en una ley que permita la llegada de inversiones a los no convencionales. Dos días después, el presidente mencionó en una entrevista con TN que se había reunido con Nielsen y habían revisado la ley que busca estimular el proceso de inversiones en el shale, un debate que llegaría al Congreso en el primer tramo del 2020. Fernández dijo que esta semana harían extensivo ese proyecto de ley a los ministerios vinculados al sector: Economía, a cargo de Martín Guzmán y Producción, conducido por Matías Kulfas.
Ese era el contexto previo al domingo, día en el que Nielsen quedó expuesto: intentó aplicar una suba de combustibles y se dio de frente con una desautorización presidencial. ¿Podía no saber Fernández que ese incremento se aplicaría? Claramente no. Y en este contexto, ¿qué fue lo que pasó?
YPF necesita trasladar la suba del crudo a los combustibles para descomprimir cierta presión en sus finanzas. Y el resto de las productoras también quieren usufructuar ese contexto del Brent a 68 dólares. La empresa, con el 55% del mercado de los combustibles, establece en buena medida las pautas del sector. Si no sube sus valores, actúa de ancla para el resto, que de aumentar pondría en riesgo su cuota en la venta de naftas. Al mismo tiempo, la compañía es una petrolera que vende naftas y no una productora de crudo que comercializa sus barriles. Depende en buena medida del mercado interno para obtener fondos, sobre todo ahora con el grifo cerrado del financiamiento externo.
Las fuentes consultadas en la industria y en el ámbito político, local y nacional, creen que Nielsen paga los platos rotos de no abrir el juego en la toma de decisiones al área económica del gobierno. Que acaso no le haya alcanzado con hablar solo con Fernández la posibilidad de un incremento del 5%.
Concretamente, con el aval del presidente, Nielsen le habría restado importancia a la necesidad de comunicárselo a Guzmán y Kulfas.
La petrolera está controlada en un 51% por el Estado argentino. Es lo que explica la designación de Nielsen en la presidencia, luego de una interminable danza de nombres que plasmó públicamente también la puja de intereses por el liderazgo de la mayor productora de hidrocarburos del país.
YPF, también, es hoy la caja de resonancia de una coalición de gobierno del peronismo. Así como el Congreso de la Nación y los organismos públicos plasmaron esa composición en sus nóminas, la compañía queda atravesada por ese mismo contexto. (Es algo para no dejar de lado en un escenario en el que todavía resta saber cómo se va a dirimir quién será el CEO y con sectores del peronismo que asumirán parte de la comunicación.)
La vuelta atrás con la suba le juega en contra a Nielsen y expone el contexto en el que conducirá una compañía que Nación busca que sea “estratégica” para el país y para el ingreso de divisas. De hecho, lo primero que hizo el economista apenas asumió fue ir a Estados Unidos como una señal a la cuna del shale y como apuesta a posibles inversiones si Argentina soluciona el frente económico externo.
En el plano estrictamente político, un elemento que no debería dejarse de lado. El gobierno nacional dio una señal concreta al sector petrolero apenas asumió. Le puso un techo a las retenciones del 8% y evalúa un esquema móvil para esa alícuota, que quedaría atada al precio del Brent, mientras sectores como el agroindustrial recibieron la noticia de una actualización de otro orden. Acaso una suba de los combustibles pudiera ser leída como un gesto adicional que le generaría al gobierno entrante un elemento para complicar más el tipo de relaciones que debería construir con "el campo”.
Hay un rebote de todo esto hacia el resto de la industria hidrocarburífera. Nadie espera que lo que ocurrió vaya a ser la lógica de la gestión de Nielsen, pero la coyuntura da más precisiones acerca de la arena, de a ratos movediza, en la que deberá actuar y fijar parámetros, también, para las otras productoras. Después de todo es quien está buscando dar un salto en el nivel de inversiones y construir el cuerpo normativo para abrir el cerrojo del cepo ampliado que recibe la actual gestión de la del presidente Mauricio Macri.
Casi como nota al pie, lo que queda y también entra en escena, esta vez, como uno de esos recuerdos que es preferible evitar, el del grado de dificultad que implica asumir al frente de una empresa tan determinante para la economía y la política.
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