El efecto dominó de la devaluación en los precios de la energía
Desde la devaluación del lunes, la secretaría de Energía tuvo que reunirse con cada sector para intentar moderar los aumentos de precios.
Los economistas suelen decir que una devaluación es exitosa cuando su traslado a precios, el famoso passthrough, es acotado y así permite una ganancia de competitividad. A la luz de los hechos, no fue el caso del ajuste cambiario de este último lunes post electoral y, en particular, en un sector energético donde la mayoría de sus costos están dolarizados.
Día tras día, la semana fue reflejando el descontento de cada subsector de la industria que tuvo que ser contenido por la secretaría de Energía para intentar consensuar los aumentos y que no se descontrole aún más la situación.
Las primeras en reaccionar, como anticipó en exclusiva este medio, fueron las refinadoras privadas, las cuales ajustaron los valores del surtidor en un 12,5% en promedio, aunque con alzas superiores en algunos puntos del país y, especialmente, en el canal mayorista donde llegaron a un 25%.
Tras varios días de espera para negociar un acuerdo con el Ministerio de Economía, YPF se sumó al resto y se anunció un congelamiento de precios hasta el 31 de octubre. La medida hizo recordar al decreto de Macri de agosto del 2019 que trajo serias consecuencias para Vaca Muerta. Sin embargo, en esta oportunidad, el acuerdo fue consensuado con el sector a cambio de una exención impositiva y acceso al mercado de divisas, sin contar con los dos aumentos otorgados en agosto que acumulan un alza del 17,5%. Por lejos, el mayor incremento mensual de toda la gestión de Alberto Fernández.
Sucede que, en este caso, se trató de una devaluación en cuotas que comenzó con la instauración del “dólar maíz” a fines de julio que provocó un aumento del 15% en el bioetanol y fue trasladado inmediatamente al surtidor.
Ahora, con el ajuste del lunes que disparó los costos del aceite de soja y del metanol, los productores de biodiesel reclamaron mediante un paro de actividades un alza incluso mayor de entre el 24% y el 30%, aunque la cartera de Royon estaría dispuesta a estirarse algunos puntos por debajo de ese rango.
BIOCOMBUSTIBLES EN PARO
En consecuencia, el capítulo de subas en los combustibles todavía no está cerrado y habrá que ver qué negocia el Gobierno con el sector de biocombustibles y si se otorgará otro beneficio adicional en el plano tributario, en el que el Tesoro Nacional ya viene perdiendo miles de millones de dólares desde hace años cuando empezó a postergar las actualizaciones del ICL (Impuesto a los Combustibles Líquidos) como ancla de las naftas.
En ese sentido, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) publicó este jueves un informe que revela que la carga tributaria sobre el precio neto de la nafta común pasó de un 74% en el 2018 a un 41% en la actualidad, algo que se profundizará cuando se conozca la letra chica de los firmado en el Palacio de Hacienda.
El último coletazo en los precios energéticos tendrá lugar en el sector eléctrico, donde Royon autorizaría una modificación de los precios de generación en relación al alza de costos que solamente impactaría en los usuarios de la categoría N1 (altos ingresos y aquellos que no se anotaron al RASE).
Cabe recordar que aquí también ya se había registrado un ajuste en el mes de agosto del 17% que se suponía iba a regir por tres meses, un plan que la variación cambiaria voló por el aire.
Lo concreto es que todos los precios energéticos llegarán a fin de año como una olla a presión e inevitablemente se verá una suba de grandes dimensiones pasadas las elecciones generales de octubre o, eventualmente, el ballotage.
Para noviembre, ya estaba previsto un aumento en el Valor Agregado de Distribución eléctrica que golpeará duramente a los usuarios de medios y bajos ingresos. Al mismo tiempo, en este mes vence la prórroga del congelamiento impositivo de los combustibles que están provocando un daño anual de 2.500 millones de dólares al fisco y que, para volver a los valores previos, requieren una suba superior al 20% en el litro de nafta. El cóctel explosivo se completará con el fin del reciente acuerdo con las petroleras y refinadoras que demandará, por lo menos, otro ajuste del 12,5%.
No obstante, estas cuentas podrían quedar completamente desfasadas si, como el mercado espera, entre noviembre o a lo sumo los primeros días de diciembre, con el nuevo Poder Ejecutivo en funciones, se avala un nuevo corrimiento del tipo de cambio oficial, que haría repetir una vez más toda esta película.
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